Su espectacular fachada de vidrio y piedra, donde la carpintería está escondida, ofrece la singularidad de mostrarse como una pieza sólida desde la lejanía y abierta cuando se llega a ella. Este proyecto, firmado por Estudio Lamela, ha transformado un antiguo edificio madrileño en unas modernas oficinas, mediante la renovación de las instalaciones, la mejora energética y la actualización general de la estética y de la propia funcionalidad de la construcción. Y todo ello, fundiéndose y amoldándose al ritmo de las edificaciones que lo rodean.
El proyecto de Amador de los Ríos, obra de Estudio Lamela, ofrece en sus 11 metros de fachada una experiencia espacial capaz de articular las tensiones que responden a su ubicación y época. El carácter del edificio se podría describir como cambiante por ofrecer diferentes lecturas en función de la posición y la hora en la que nos encontremos con respecto a la edificación. Así, desde la boca de la calle, se presenta como una pieza mayoritariamente sólida que manifiesta una continuidad con la verticalidad de la calle, mientras que en la aproximación hacia su entrada es cuando la imagen se transforma progresivamente en una fachada completamente abierta.
Amador de los Ríos es una pequeña calle situada en el sur del barrio de Almagro, con unos 85 metros de longitud y una sección entre edificios de 8 metros aproximadamente. Se trata de la continuación de la calle Fortuny que, en su última manzana, tiene un ligero quiebro y cambia de nombre al atravesar Fernando el Santo. Una manzana cierra su extremo sur en la confluencia con la calle Alcalá Galiano.
Esta pequeña calle se caracteriza por la elegancia de las fachadas y por su tranquilidad, al encontrarse fuera de las principales vías y recorridos de tráfico rodado. Otra característica determinante es que una gran parte de sus edificios albergan oficinas y espacios del Ministerio del Interior, mientras que el resto acogen otros organismos públicos, oficinas privadas, un hotel y viviendas en el extremo norte y sur de la calle. En las plantas bajas se encuentran algunos espacios comerciales y de restauración, aunque la mayor parte de las edificaciones a este nivel son oficinas o accesos peatonales o rodados.
Todos estos aspectos fueron importantes ya que, para llevar a cabo la rehabilitación, se realizó previamente un estudio exhaustivo del edificio actual, su contexto físico y urbanístico, su condición constructiva y estructural, así como los antecedentes históricos del edificio y su arquitectura.
Se trata de una construcción de 5 plantas (4 + cubierta) y una bajo rasante. El edificio original, que no estaba catalogado, data del año 1966 y había sido la sede de la Asociación Española contra el Cáncer. El uso original era, por tanto, el de oficinas con aparcamiento en planta sótano.
El frente a la calle Amador de los Ríos mide unos 11 metros, una crujía bastante estrecha que supuso un reto para el equipo de Estudio Lamela: intentar, a través del diseño de la fachada, conseguir una sensación de amplitud y mayores dimensiones. Además, se debía conseguir que la composición de la nueva fachada fuera respetuosa con las construcciones del entorno, adaptándose a su ritmo.
Las actuaciones propuestas tenían como fin la renovación de las instalaciones, la mejora energética, refuerzo estructural, cumplimiento de normativa de accesibilidad universal y actualización general de la estética y funcionalidad del edificio.
Para llevar a cabo estos objetivos, se establecieron tres líneas de actuación: la reestructuración parcial de las plantas baja, sótano y cuarta; la reubicación del núcleo de comunicación y la sustitución de fachadas y acondicionamiento general para uso terciario (oficinas).
La transformación más importante fue sustituir la fachada existente por una nueva que respondiese a los requisitos estructurales, de eficiencia energética e iluminación natural de la normativa actual y a los más altos estándares de calidad y que se integrase en la composición general de los edificios históricos de la calle Amador de los Ríos. Esta intervención se realizó manteniendo el volumen actual de la edificación, sin variar la alineación del plano de fachada sobre la alineación oficial.
Así, la composición de la nueva fachada exterior es respetuosa con las construcciones del entorno adaptándose a su ritmo, cadencia y tipología en general. En ella se introdujeron soluciones tradicionales como doble fachada, pérgola y columnata. El nivel de articulación y detalle de la misma responde de forma contemporánea al nivel y calidad de los detalles característicos en las del entorno del entorno.
La nueva fachada supuso un reto para Estudio Lamela. Durante el proceso de investigación se llevaron a cabo numerosas pruebas, en su intento de dialogar de la mejor manera posible con los edificios colindantes.
Finalmente se apostó por una fachada donde únicamente se aprecian dos materiales: vidrio y piedra, quedando la carpintería oculta. Se trata de una fachada muy limpia, donde las lamas de piedra torsionadas aportan un aspecto cambiante a la fachada según la hora del día.
El módulo más alto de la fachada queda abierto y se alinea con la cornisa del Ministerio del Interior, mientras que la barandilla de vidrio se alinea visualmente con el hotel. De esta manera se resuelven simultáneamente los contactos con las dos medianeras.
Otros de los retos a los que se tuvo que enfrentar el estudio de arquitectura fue bajar, por motivos de accesibilidad, la planta baja que estaba en una cota más de un metro superior a la cota de calle y la ubicación de los aseos en la planta sótano, para evitar el gasto de superficie, abriéndolos a un patio para que contaran con iluminación natural.
El empleo de la piedra y el vidrio como materiales principales en la propuesta, así como carpinterías negras reafirma el compromiso del proyecto para con su entorno, presentes estos materiales en las inmediaciones de la parcela.
Exteriormente se dispuso de un sistema modular de lamas de piedra natural o artificial con agregados de piedra natural, en tonos claros en concordancia con los de la zona. Los módulos son prefabricados para un acabado de alta calidad y se anclan a la subestructura por medios mecánicos con rotura de puente térmico.
En planta baja se ha situado un gran vestíbulo, visible desde el exterior y directamente accesible desde la calle, modificando el nivel con respecto al edificio original. Asimismo, se planteó una escalera escultórica que une esta planta con la inferior y se abrieron varios patios para introducir iluminación y ventilación a la planta sótano, actualmente acondicionada como oficina.
Las plantas superiores se destinaron a oficina, con una superficie por planta de aproximadamente 210 metros cuadrados. Mientras que en la cubierta se estableció una zona de recreo y disfrute de vistas, incluyendo una gran zona verde y un graderío para posibles eventos.
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Este artículo aparece publicado en el nº 594 de CIC, págs. 30 a 36.
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