La construcción industrializada es un sistema constructivo que, poco a poco, está adquiriendo más importancia en el sector. En este modelo, cerca del 80% del proceso se lleva a cabo fuera de la obra, fabricando un gran número de componentes en serie en un entorno industrial bajo condiciones controladas rigurosamente y transportándolos para su montaje final en la obra.
“El sector está basculando hacia una construcción más industrial y digitalizada, para dejar atrás los problemas que ha lastrado la construcción manual y convencional de las últimas décadas”, explica a CIC el director de Marketing de Arquima, Stefano Carlo Ascione. “En el último año, la construcción industrializada ha evolucionado significativamente debido a la necesidad de reducir plazos, costes y el impacto ambiental”, añade. Antonio Domínguez Villardón, responsable de Proyectos y Prescripción en Deceuninck Iberia.
“En España, aunque nos encontramos muy por detrás en la industrialización con respecto a algunos de nuestros vecinos europeos como Países Bajos, Alemania y Reino Unido, se está mostrando un interés creciente en la industrialización de la construcción, impulsado sobre todo por la necesidad de resolver problemas tan acuciantes como el déficit habitacional y por cumplir con los compromisos de descarbonización”. Con estas palabras expresa José Carlos Pérez Ingelmo, Senior Project Manager y responsable del Área de Industrialización de Mace, la situación de la construcción industrializada en nuestro país.
Juan Cabrerizo, responsable nacional de la línea de edificación de Molins Soluciones Constructivas, aporta datos a esta evolución desde la construcción tradicional a la industrializada: “En España este modelo sigue siendo muy novedoso y desconocido. Aun así, ha crecido muy rápido en estos últimos años, teniendo una cuota de fuentes fidedignas del 1%, pero en los países de nuestro entorno nos llevan años de ventaja, con porcentajes cercanos al 50% en algunos países como Países Bajos”.
En la misma línea se pronuncia la responsable del Departamento Técnico y de Marketing de Knauf Insulation, Cecilia Girotti, que expone: “En nuestro país, la evolución está siendo más lenta, ya que sólo representa entre el 1 y 2% de las viviendas terminadas frente al 7% o 10% de Reino Unido y Alemania, del 50% en Países Bajos y casi el 100% de Suecia”.
Esta evolución, sostiene Juan Carlos Castaño, director general de K·Line en España y Portugal, está influenciada “por los avances tecnológicos, los cambios en las demandas del mercado y la necesidad de sostenibilidad, transformando la industria de la construcción para ofrecer soluciones más rápidas, económicas, seguras y sostenibles e impulsando la innovación en el sector, permitiendo edificios más inteligentes y adaptables a las necesidades cambiantes de la sociedad”.
Por su parte, Miguel Medina, responsable de construcción industrializada en Mapei España, pone el foco en varios aspectos de este cambio de modelo en la construcción: “Desde el punto de vista del mercado, es obvio que está creciendo y con expectativas de seguir haciéndolo en los próximos años. Desde el punto de vista de evolución de sistemas constructivos, se desarrollan tanto sistemas 2D como 3D con sistemas variables, tanto basados en madera como prefabricados de hormigón y metálicos”, a lo que añade que otro factor importante se halla en “la notoriedad que está tomando el aspecto medioambiental y sostenibilidad, tanto del producto terminado como del proceso productivo, implicando a todos los agentes participantes”. Por último, la financiación ha sido un obstáculo para el desarrollo de la industrialización: “Si bien parece que, por fin, las administraciones van a regular el marco que haga posible una mejora de la industrialización”, apunta.
Asimismo, Miquel Alerm, técnico en construcción industrializada de Soprema, analiza los “dos grandes frentes abiertos en la industrialización de la construcción”: por un lado, están las “grandes fábricas con líneas de producción parcialmente robotizadas y que permiten industrializar proyectos para edificios plurifamiliares” y, por otro, “las empresas pequeñas o medianas, dedicadas mayormente a la construcción de viviendas unifamiliares mediante procesos off-site, con un menor uso de líneas de producción robotizadas”.
Por su parte, María del Carme Bladé Vidal, responsable de Marketing de Soudal, revela que “los proyectos son cada vez más colaborativos. Eso influye en que, desde el diseño, el proyecto se debe tratar desde la globalidad y no individualmente cada componente por separado”.
Y el CEO de Stalart España, Manuel Marrama Esteve, concluye: “No hay ninguna duda de que la evolución en los últimos dos años, especialmente en el último año, está siendo exponencial” y asegura que “existe un largo camino de progreso por delante y el margen de crecimiento del sector es enorme”.
“La industrialización ofrece unas garantías y unos estándares de calidad difíciles de cumplir por la construcción convencional”, expone Stefano Carlo Ascione, que a continuación detalla algunas de las principales ventajas que halla en este nuevo modelo que despunta en el sector: “Industrializar permite tener un mayor control sobre el proyecto, las soluciones se automatizan y, en consecuencia, se mejora la calidad del resultado final”.
A continuación, el director de Marketing de Arquima explica las mejoras que el trabajar en una fábrica implica para los trabajadores de la construcción: “Es mucho más cómodo, rápido, limpio y seguro que el trabajo en la obra” y añade: “Esto puede resultar una enorme ventaja competitiva a nivel de plazos y calidad”. En la industrialización ve, además, un aliado a la hora de paliar el déficit de mano de obra: “Resulta más sugerente para las nuevas generaciones a la hora de retomar ese relevo generacional en el sector”. Por último, afirma contundente: “Al tratarse de un proceso controlado al milímetro, la industrialización disminuye los riesgos de retrasos y sobrecostes, garantizando una mayor precisión en los presupuestos”, y zanja: “Se han acabado las sorpresas en las obras”.
A estas ventajas, Antonio Domínguez, de Deceuninck, añade algunas más: “La construcción industrializada provoca una creación menor de residuos, lo que aporta mayor sostenibilidad y se alinea así con los objetivos de economía circular y una mejor eficiencia energética”. Y Castaño, de K·Line, suma a este listado de beneficios “la seguridad de los trabajadores; la flexibilidad, ya que los sistemas modulares permiten mayor versatilidad en el diseño, facilitando la personalización y adaptación a diferentes necesidades y preferencias y una mayor escalabilidad; y la durabilidad”.
A todo ello, Cecilia Girotti, de Knauf Insulation, aporta la visión de las mujeres, que considera que, con la industrialización, se sentirán más atraídas por el trabajo en el sector. Y no se olvida del “mayor control de calidad que habrá gracias a las nuevas tecnologías”.
Desde Soprema, Miquel Alerm afirma: “La industrialización de todo proceso comporta una optimización de recursos y un control mucho más exhaustivo del producto final, incorporando puntos de control durante todas las fases de fabricación. Una construcción industrializada nos asegura un plazo de entrega preciso, y sustancialmente menor al logrado mediante una construcción on-site tradicional”.
Y, desde Mace, Pérez Ingelmo añade: “La industrialización de la construcción puede aportar numerosas ventajas siempre y cuando se implemente en la fabricación la metodología Lean, aún más potente con el empleo de la digitalización y de las nuevas tecnologías del siglo XXI”, en referencia al enfoque de gestión centrado en eliminar el desperdicio y actividades que no generan valor para optimizar la eficiencia en los procesos de una empresa. Asimismo, sostiene que esto “solo es posible en un entorno controlado como es la fábrica”. Y sentencia: “No es algo que podamos conseguir en el corto plazo, se trata de un proceso de mejora continua, en el que prácticamente acabamos de embarcarnos y queda aún mucho camino por recorrer, pero en el medio y largo plazo las siguientes ventajas serán evidentes”.
Preguntados acerca de si están notando ya estos beneficios de la construcción industrializada en el bienestar de los trabajadores de sus propias empresas, Arquima y Soprema lo tienen claro: “Sin duda”.
Stefano Carlo Ascione afirma que “los empleados trabajan con una productividad más elevada, animados por el confort de estar en un espacio seguro y al margen de las inclemencias climatológicas”, a lo que Miquel Alerm añade: “Cualquier persona que conozca las condiciones en las que se trabaja en una cubierta en verano, a 40 grados bajo el sol, o bajo las inclemencias de invierno, agradecerá poder tener una jornada de trabajo estable y en un entorno confortable”, y apuntan: “El ser humano, como animal de rutinas que somos, contar con un centro de trabajo fijo también nos aporta estabilidad y bienestar”.
Sobre las palabras de ambas empresas, Antonio Domínguez, de Deceuninck, reflexiona: “Fabricar en un entorno controlado reduce la exposición a riesgos y aumenta la precisión del trabajo, evitando esfuerzos innecesarios. En empresas donde la producción se centra en soluciones modulares y prefabricadas, se ha notado una mayor eficiencia y seguridad en el trabajo”. Y desde Stalart España añaden una gran ventaja de todo esto: “Atraemos mano de obra”, algo muy necesario en el sector.
Conocidas las ventajas de la construcción industrializada, en su implantación las empresas se están encontrando con numerosos desafíos que, día a día, se esfuerzan por sortear. Para Stefano Carlo Ascione, de Arquima, “los desafíos que quedan por solventar son normativos y educativos”. Sostiene que “aún nos lastra la Ley Hipotecaria de 1954, que solo permite conceder licencias sobre edificaciones construidas on-site”. “En cambio, a nivel educativo, estamos acostumbrados a que los coches y los aviones se ensamblen en fábricas. ¿Por qué no hacerlo con edificaciones también? A nadie hoy en día se le ocurriría que un avión se fabricara en pista de manera manual”, se pregunta.
Pérez Ingelmo, de Mace, añade al respecto que “para acelerar el avance de esta modalidad de construcción en España, es necesario que la administración impulse una reglamentación específica, más ágil, que permita una optimización de los plazos que demanda este tipo de construcción. Asimismo, es necesario poder contar con una seguridad jurídica que permita encontrar nuevas fórmulas de financiación para la obra off-site”. A lo que Manuel Marrama, de Stalart España, apunta: “La normativa y la financiación son el gran problema que todavía está por resolverse. Necesitamos modificar la ley hipotecaria y adaptarla al mercado real de hoy en día”.
A ello, Ascione aporta una nota de positividad al afirmar que “por suerte, el viento está cambiando y el Gobierno de España ya está estudiando el cambio de la ley hipotecaria para que se puedan constituir hipotecas sobre el conjunto de los módulos, aunque estén temporalmente off-site”, algo que comparte Miguel Medina, de Mapei: “La actualización de la legislación de la normativa hipotecaria es un signo del respaldo de las administraciones a este tipo de construcción”. A esto, el director de Marketing de Arquima añade que, además, “a los bancos les cuesta financiar viviendas modulares, ya que quieren ver cómo se edifica semanalmente en la parcela como garantía a conceder el préstamo”.
Sobre este asunto, el director general de K·Line en España y Portugal concluye: “Para mejorar, es crucial fomentar la colaboración público-privada, impulsar la educación continua y adaptar la normativa para acelerar la adopción de estas prácticas”.
Otro de los desafíos a sortear, aseguran desde Mace, es la “digitalización de la construcción en España”, que “todavía sigue siendo una cuenta pendiente” e informa de que, desde el Clúster de la Edificación, del cual la compañía es socia fundadora, se están tomando medidas concretas para la superación de estos retos.
“Desde las diferentes organizaciones se ha promovido una cultura colaborativa, con integración de diferentes partes que conforman el proceso, poniendo en común objetivos de digitalización y de desarrollos de sistemas. Es fundamental la incorporación de metodología LEAN, BIM y IA”, finaliza Medina.
¿Pero consideran las empresas entrevistadas que las administraciones públicas van dando pasos en favor de la construcción industrializada desde que esta comenzó a despuntar? Sí y no, responden. “Algunas regiones han comenzado a actualizar normativas, si bien el progreso es desigual y aún falta una legislación más uniforme y específica a nivel estatal. Para consolidar estos avances, sería importante una mayor coordinación entre administraciones y un enfoque más proactivo en la adaptación normativa que permita impulsar de forma definitiva la construcción industrializada”, explica Juan Carlos Castaño, de K·Line. “La situación actual no ayuda a desarrollar esta industria”, denuncia Miquel Alerm, de Soprema.
Sin embargo, parece que “la necesidad de resolver problemas tan acuciantes como el déficit habitacional y la necesidad de cumplir con los compromisos de descarbonización han hecho que las administraciones empiecen a interesarse por la construcción industrializada, siendo ya necesario en muchos casos justificar un cierto grado de industrialización para poder cumplir con los pliegos de obra pública”, relata Pérez Ingelmo, de Mace, un análisis con el que coinciden en Mapei.
“Es de esperar que estas obras impulsadas desde las administraciones comiencen a generar un pequeño tejido industrial que, paulatinamente, permita el desarrollo de la industrialización a una escala mayor”, añade con cierto optimismo el responsable de Industrialización de Mace.
“Se mira ahora a la construcción industrializada como la gran solución al gran problema de falta de vivienda en el país. Soy más de la opinión de que se haga por convencimiento, se organice de forma más lógica y se evite verlo como una oportunidad al problema sin pensar en el cómo. Fracasaremos en el intento si no se organiza el cómo. El qué ya lo tenemos. Estamos preparados para, cada uno en su escala, abordar proyectos industrializados. Es una pena que siga siendo el cómo más complicado que el qué”, apunta de manera contundente Manuel Marrama, desde Stalart España.
Como en todos los sectores, uno de los debates sobre la industrialización se halla en si esta nueva forma de trabajo va a hacer mella en la creatividad de los proyectos o a potenciarla. Debido a la corta trayectoria de este modelo de construcción, las empresas entrevistadas analizan la situación y, aunque ven los potenciales peligros, se decantan por la opción de que no hay por qué preocuparse.
En concreto, Juan Carlos Castaño, de K·Line, refleja esta dualidad: “Podrían llegar a limitarlos al priorizar la eficiencia y la reducción de costes, si bien con un enfoque modular y sistemas abiertos es posible combinar elementos estandarizados con soluciones personalizadas, permitiendo diseños únicos y adaptables”, y aporta la solución: “La clave está en equilibrar la eficiencia con la creatividad, utilizando la tecnología para ampliar posibilidades sin sacrificar la originalidad”.
En la misma línea se pronuncia Cecilia Girotti, de Knauf Insulation: “Ciertamente, la estandarización tiende hacia el diseño de un modelo único, pero en la construcción industrializada cada proyecto debe ser distinto. En este sentido, las posibilidades en cuanto al diseño son infinitas, aunque las soluciones sean automatizadas”, una idea que refuerza Pérez Ingelmo: “En Mace, consideramos que la construcción industrializada permite una alta personalización. La estandarización y repetición en la industrialización no solo no limitan la creatividad, sino que ofrecen nuevas oportunidades para la innovación creativa”.
Por su parte, María del Carme Bladé Vidal, de Soudal, sostiene que “la creatividad se puede aplicar desde el inicio del diseño” y Miguel Medina, de Mapei, afirma que “la combinación de módulos 2D y 3D puede ofrecer multitud de posibilidades en cuanto a creatividad”.
Para terminar este debate, Miquel Alerm, de Soprema, pone un ejemplo muy gráfico: “Todos somos capaces de entender que la fabricación de coches es un proceso industrial, y sin embargo existe una gama de vehículos enorme. Este debe ser otro de los objetivos de la industrialización de la construcción: brindar la capacidad para diseñar con la máxima flexibilidad y la mayor creatividad posible”.
Con la sostenibilidad como uno de los pilares de la construcción en la actualidad, la otra gran duda radica en si la industrialización aumentará el ciclo de vida de los edificios. La respuesta de nuestros entrevistados es unánime: “Sí”.
Esta afirmación, Alerm la argumenta del siguiente modo: “Es muy interesante ver cómo en los procesos de diseño de nuevas construcciones, la industrialización permite una valoración mucho más precisa del ciclo de vida de los edificios, permitiendo incluso plantear su desmantelamiento con un aprovechamiento de los materiales para realizar nuevas construcciones. Industrializar significa planificar y, dentro de esta planificación, la durabilidad y el mantenimiento toman un gran protagonismo. Podríamos afirmar que industrializando podemos garantizar durabilidades superiores con costes de mantenimiento inferiores si lo comparamos con la construcción tradicional”.
Antonio Domínguez, de Deceuninck Iberia, coincide en este planteamiento y apunta que, además, este impacto en el ciclo de vida de los edificios tiene que ver, además, con el hecho de que la industrialización implica también “reducir errores en la instalación”, algo que también comparte Juan Carlos Castaño, de K·Line, que remarca que estos procesos controlados de construcción aumentan la durabilidad y precisión.
Cecilia Girotti, de Knauf Insulation, explica que “los sistemas industrializados están diseñados para facilitar el mantenimiento preventivo, así como una fácil adaptación a las necesidades futuras, lo que permite prolongar la vida útil del edificio”. Coincide con ella María del Carme Bladé Vidal, de Soudal, que refuerza la idea de que “los mantenimientos se pueden programar desde el diseño y esto, a su vez, redunda en un mejor control del funcionamiento de la vivienda y del desgaste de los materiales”.
Sin embargo, José Carlos Pérez Ingelmo, de Mace, considera que no basta solo con esto que apuntan sus compañeros, puesto que “el mantenimiento y durabilidad van a depender principalmente de los materiales que se utilicen para su construcción”, algo que explica indicando que “el tipo de materiales utilizados va a determinar unas acciones preventivas específicas para alargar la vida útil de la edificación”.
Por su parte, Manuel Marrama, de Stalart, afirma que, si bien aún “no tenemos cualificado el impacto” de la industrialización en el ciclo de vida de los edificios, cree que este “es muy superior a lo que pensamos. Desde las fases de acopio hasta las fases de comportamiento durante la vida del edificio se consiguen mejoras importantes que, además, son medibles”.
Como sucede en muchas ocasiones en los arranques de las innovaciones, la construcción industrializada es un modelo nuevo que las empresas y trabajadores ya asumen como beneficioso, mientras que los clientes tardan más tiempo en apreciar sus bondades.
Es por ello que Stefano Carlo Ascione, de Arquima, asegura sin dudarlo que “cada día la demanda es mayor, especialmente por parte de las administraciones y los grandes promotores. La combinación de rapidez y calidad tiene mucho atractivo.” Y, sin embargo, matiza: “No nos engañemos, aún queda por convencer al consumidor particular, que sigue prefiriendo una construcción convencional, barata, lenta y basada en materiales sintéticos. Tenemos mucho trabajo por delante”. Algo que recalca Juan Carlos Castaño, de K·Line: “Es esencial seguir educando al cliente sobre sus beneficios para consolidar esta tendencia y superar prejuicios arraigados”.
No obstante, Antonio Dominguez Villardón, de Deceuninck Iberia, aprecia ya que “el mercado está cambiando. Cada vez más clientes entienden que la construcción industrializada no solo es rápida, sino que ofrece mejor calidad y eficiencia”.
“En la medida en que la construcción industrializada actual se acerque al empleo de materiales más sostenibles, a la digitalización y al empleo de tecnologías vanguardistas, la percepción del cliente final mejorará y aumentará la demanda”, sostiene José Carlos Pérez Ingelmo, de Mace.
Asimismo, Miguel Alerm, ejemplifica esta tendencia al alza del siguiente modo: “Cada vez disponemos de más edificios y construcciones con distintos grados de industrialización, y una vez terminados, el usuario final no es capaz de apreciar si esa construcción se realizó de un modo u otro. El usuario percibe mayor confort, mayor calidad y mejores sensaciones, especialmente por el buen funcionamiento de todas las instalaciones, puesto que todo ha sido previamente comprobado durante los procesos de fabricación. Y esto nos permite afirmar que el mercado cada vez valora mejor la construcción industrializada”.
Así, el técnico en construcción industrializada de Soprema es optimista y añade que, “en un plazo medio, la normalización y el mayor conocimiento de la industrialización de la construcción traerán un crecimiento de la confianza por parte de promotores, arquitectos y administraciones, que conllevará un incremento de demanda”.
En este sentido, el CEO de Stalart España asegura que, pensando únicamente en los clientes que han comprado y ya habitan una vivienda industrializada, “el feedback es generalizado y contundente: la experiencia de habitabilidad de la vivienda es muy superior a las tradicionales”.
Perspectivas y análisis variados ante este nuevo modelo de construcción, que coinciden en una cosa fundamental: la industrialización es ya el presente del sector y, sin duda, será el futuro del mismo.
Este artículo aparece publicado en el nº 600 de CIC, págs. 74 a 82.
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