Entrevista a Moisés Royo, CEO fundador de MUKAarquitectura

(Entrevista realizada en relación al proyecto Casa Farol)

La búsqueda de una celosía cerámica de junta “seca”, donde no existe mortero de unión, sino simplemente la presencia de la cerámica, ha sido la búsqueda más tenaz en Casa Farol, donde, como suele ocurrir, el propietario y sus intereses han acabado manifestándose en el propio proyecto. El dueño es propietario de un conocido almacén de materiales de Madrid y esta superación técnica se convirtió en una superación personal para ambas partes. Además, el constructor también ha sido tenaz a la hora de proponer y buscar soluciones que fuesen realizables.
 

¿Qué premisas de partida debía cumplir el proyecto?

Las premisas con las que parte un proyecto que nos encargan en el estudio suele tener un punto en común entre los clientes: la búsqueda de cumplir con las expectativas personales en la forma de habitar y que, al mismo tiempo, sea capaz de ofrecer una respuesta muy personalizada al contexto de la familia o persona que la habita.

A partir de ahí, el propietario quería disfrutar de la planta baja con el máximo espacio abierto posible al jardín al tiempo que las habitaciones permaneciesen con una condición de privacidad mayor al ubicarlas en el nivel superior. También él estaba preocupado por la proximidad de las viviendas colindantes y que esa intimidad que anhelaba se perdiese desde la total convicción de evitar convivir con cortinas permanentemente cerradas.
 

¿Recibió el estudio alguna pauta o libertad total a la hora de acometer el encargo?

Los encargos son siempre desde la libertad tanto del promotor como mía. Ninguno de los dos prefijamos una forma o una solución arquitectónica. En nuestro estudio, si se observa la trayectoria de los proyectos en los que vamos trabajando, no se puede leer una historia lineal desde el empleo de la forma o el material. Cada proyecto, cada cliente, nos cuenta muchas cosas. Y yo actúo una especie de medium al interpretar lo que realmente necesita los dueños al tiempo que permito que el lugar hable por sí solo.

Una vez leí a un escritor reconocido que él sabía que su novela sería de una calidad alta cuando era capaz de preguntar a los personajes por su futuro en el libro y ellos mismos le respondían: “¿Quieres enamorarte de este otro personaje? ¿Deseas ayudar a este otro?”. En el momento en que el autor conseguía escribir lo que sus propios personajes “le dictaban”, la novela había adquirido su propio carácter y él pasaba a un segundo plano, el de ser un espectador de su propia creación. Los personajes, de alguna forma, habían adquirido la vida del famoso Pinnocchio de C. Collodi.

En nuestros proyectos podríamos decir que ocurre un símil parecido. Estoy continuamente buscando susurros que emergen de mis dibujos y de cualquiera que forma parte de nuestro equipo para que me cuenten cómo quiere la casa ser o cómo quieren que sus usuarios la habiten. En ese momento el proyecto comienza a tener su propia personalidad. Simplemente hay que escuchar y estar atento a la frecuencia de onda con la que los dibujos te hablan.

Paradójicamente, una vez que descubres esa distancia necesaria entre tu autoría y lo que proyectas, aparece un vínculo mucho más fuerte con la obra construida y durante la construcción se percibe una intensidad mayor que el cliente también se percata. Ahora mismo nos está pasando con una casa en construcción, la Casa Roble, donde la propietaria nos ha transmitido ya la energía que transmite el diseño de su casa.

La vivienda resultante tiene una fuerte presencia y rotundidad formal. ¿Figuraba entre los objetivos del proyecto diferenciarse o significarse mediante una construcción tan reconocible?

La forma final no es un objetivo, no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar otros significados. De entre todas las construcciones de ladrillo que rodean la Casa Farol, la nuestra debía concebirse con la geometría de un lingote (de ladrillo). Pura en formas en contraste con el contexto que la rodea. La casa presenta la geometría de un ladrillo. Es barro, pero también es materia y vacío. Si nos permitís esta concesión, diría que es un ladrillo habitado. Esta solución surgió después de numerosos tanteos y geometrías en los que el proyecto no terminaba de encontrar su sitio no sólo en la parcela, sino en el contexto urbano donde se inserta y con el uso que la propiedad deseaba hacer de ella.
 

¿Cuáles fueron los retos, las dificultades más serias que planteaba este proyecto?

La celosía cerámica, de la que se ha obtenido una patente a partir de la investigación y del desarrollo en obra, ha sido el detalle constructivo más difícil y sofisticado; pero al mismo tiempo es el que ha aportado ese paso adicional en el proyecto que le otorga otra condición.

¿Cómo fue el proceso de hacer dialogar este edificio con su entorno e integrarlo, pese a ser tan distinto a lo que le rodea?

Cuando uno pasea por el barrio, quizás exista una distancia formal entre este proyecto y el resto. Todas las construcciones presentan una volumetría poco clara, en la que predomina la descomposición en cuerpos de menor tamaño, frente a la rotundidad de esta pieza. Pero para mí, lo que hace realmente diferente a Casa Farol del resto es la respuesta a su relación con la calle. Su posición perpendicular al plano de fachada permite que los árboles y vegetación que se encuentra en el interior de las parcelas propia y contiguas se asome a la calle. Frente a aquellas arquitecturas de zonas residenciales donde el muro de cerramiento de la fachada opaco pretende distanciar lo máximo posible el espacio público del privado, en nuestro caso proponemos una fusión, un diálogo entre la cualidad de estos dos ámbitos tan diferenciados.

Tenemos que apostar por crear un mundo más amable, no solamente en el empleo de un tipo de materiales más respetuosos con el medio ambiente, sino que sean más respetuosos también con la condición humana. Y esto último es una tarea que solamente los arquitectos podemos ayudar a resolver.

El material cerámico es protagonista absoluto en el proyecto. ¿Por qué eligieron esta materialidad? ¿Valoraron otras opciones? ¿Están satisfechos con el resultado?

Este municipio, muy próximo a la provincia de Toledo pero todavía perteneciendo a la Comunidad de Madrid, presenta un vínculo muy fuerte con la cerámica. En este proyecto no nos surgió ninguna duda, desde el primer momento, que el barro debía ser el protagonista como lo ha venido siendo en toda la historia de Griñón.

También, junto con la cerámica, no hay que olvidar que el hormigón y el vidrio son los personajes secundarios. ¡Cuántos actores de reparto han sido a veces tanto o incluso mejores que el personaje principal! Apoyan y enfatizan, a veces desde el silencio y el desapercibimiento, la trama de la historia y la personalidad del actor o actriz principal.

La caja cerámica, gracias a sendos materiales, consigue levitar y mantenerse “a flote”. La voluntad de estos materiales es la de desaparecer de la percepción visual en el plano general de la vivienda para que la cerámica se manifieste con todo su valor. Sin embargo, cuando uno se ubica en la planta baja, ligeramente rehundida sobre el plano del solar, los dos planos de hormigón (suelo y techo) nos hacen olvidarnos del mundo cerámico sobre él. Y la relación entre el jardín y la vivienda encuentra su máxima intensidad. El interior se funde con el exterior perdiendo la noción de los límites de la propia vivienda.
 

¿Cómo llegaron a su característica forma? Sobre todo a la solución de la espectacular celosía cerámica...

Queríamos construir una celosía cerámica en la que el binomio pieza cerámica y mortero de agarre se disociase. El ladrillo, contra el ladrillo. Tratar al ladrillo como un diamante: dureza contra dureza. Queríamos que materiales frescos, como el mortero, fuesen relegados de la construcción al levantar la celosía. El proceso de fabricación de un ladrillo nada tiene que ver con el de un mortero. Y queríamos conseguir que la cerámica adquiriera su máxima condición. Al igual que ocurre con un cantante de ópera, la cerámica es capaz de recitar, de manifestar, la condición del hombre, sin necesidad de otros materiales adicionales. ¿Y cuál es esta condición, os preguntaréis?

Pues un ladrillo, una pieza cerámica, es capaz de mostrar la vida y su condición efímera. No solamente desde su historia, al tratarse de uno de los materiales más antiguos empleados en construcción, sino también en su propio origen: su cocción habla de la misma necesidad del fuego para crearse como nosotros lo necesitamos para desarrollarnos. Su porosidad permite que un material denso como el barro pueda manifestarse ligero como una hoja papel. Y la luz que lo atraviesa, los rayos de sol que penetran al interior de la vivienda, son capaces de recoger situaciones y condiciones cambiantes que quedan proyectadas en el resto de paramentos. Y se repiten, igual pero diferentes, día tras día. Con matices, con diferentes tonos e intensidad de la luz. Se trata de una alegoría al ser humano, a la condición humana más primitiva.

El tratamiento especial de la luz, delicadísima y cambiante, merece explicarse con algo de detenimiento...

Los rayos de sol atraviesan la celosía completamente en invierno, mientras que su paso se restringe en verano. La inclinación diferente de los rayos en estas estaciones y el grosor de la celosía cerámica permiten mantener un clima y temperatura estable en el espacio intersticial de las terrazas. De esa forma, ese espacio intermedio actúa como “bisagra térmica” entre el interior y el exterior. Además, su condición permeable permite la ventilación natural. Se pretendía crear un “artefacto” bioclimático basado en la experiencia e historia de las celosías pero adaptada a la tecnología y a nuestros tiempos.

¿Qué novedades aporta el proyecto en su tipología?

Esta lectura de la vivienda entendida como “un ladrillo posado” sobre la parcela permite crear nuevas relaciones espaciales entre el interior y exterior. La privacidad que aporta la celosía en el plano superior a pesar de la proximidad de las construcciones colindantes también supone un valor añadido al proyecto. Por último, y menos evidente, es la posición de la línea de flotación de la vivienda, del volumen inferior y superior. Al igual que ocurre en cualquier barco, su línea de flotación permite encontrar el equilibrio entre lo que ocurre bajo el agua y sobre ella. Es una especie de línea imaginaria donde se produce el mágico equilibro entre el peso y el volumen.

Bien, pues en las viviendas -y en cualquier arquitectura- ocurre algo muy parecido. Hay que ser capaz de encontrar esa línea de flotación, entre lo que sucede en el plano del suelo y que le pertenece frente a lo que acontece sobre él. Plano superior e inferior deben encontrar una línea en común, horizontal y muchas veces imperceptible, que separa ambos mundos. En este caso, fuese necesario rehundir la planta baja unos 60 centímetros sobre el plano del suelo para realmente sentir, cuando uno se encuentra sentado y en reposo en el salón, que su vínculo con la tierra, pero también con el cielo, encuentra su equilibrio.

Quizás esta sensación es mucho más clara cuando uno visita la vivienda. Qué suerte tenemos los arquitectos de poder explicar nuestro trabajo no solamente con palabras, sino con la propia experiencia del hombre.

¿Creen que Casa Farol abre un “nuevo camino” en nuestro parque residencial?

Sinceramente no lo creo. Tampoco ha sido la pretensión. Este proyecto es una reflexión. Una respuesta muy personal sobre las relaciones complejas entre arquitectura, el hombre, el mundo que nos rodea, la vegetación, lo cotidiano, el clima, el cliente, el reloj, la economía, la política.. he tenido la suerte personal de “detener el tiempo” mientras ha sido construida (no solamente en el terreno físico de su levantamiento, sino también en la acción proyectual de su concepción, de su idea).

Podría decir que me siento afortunado de poder haber pensado y construido, junto con mi equipo, un ejemplo sobre cómo nos asomamos al mundo, qué observamos y cómo respondemos sobre él.

¿Qué papel han jugado la sostenibilidad y la eficiencia energética en el proyecto?

Obviamente cuando uno piensa en celosía cerámica como sistema constructivo principal que resuelve la vivienda, está íntimamente relacionado con eficiencia energética. No lo digo yo, sino que la historia de la arquitectura siglos atrás no sólo lo ha demostrado, sino que además ha ido evolucionando sobre esta idea. La cerámica y su condición de celosía es uno de los sistemas más antiguos de ventilación de una casa, al tiempo que la “refresca”.
 

Una vez acabado el proyecto, ¿cómo lo valoran dentro de la trayectoria de su estudio?

Podríamos decir que este proyecto es un paso hacia delante en nuestro camino profesional y personal. La Casa Farol supone haber logrado conjugar la mayoría de los ingredientes que se necesitan para obtener un mínimo de calidad en la arquitectura, entendiendo por tal aquellas construcciones que tienen la capacidad de emocionarnos.

Si somos lo que comemos, también somos lo que respiramos y la atmósfera en la que nos relacionamos. Y esta casa ofrece una atmósfera muy personal que promueve el gozo de las personas que la habitan. Capaz de resolver tanto nuestras necesidades humanas más básicas (no pasar frío, poder descansar, etc.) como también ayudarnos a encontrarnos con nosotros mismos y con las personas que vendrán a visitarnos. La pintura, la escultura y la música pueden sanar el espíritu, pero no pueden hacer lo mismo con el cuerpo. Solamente la Arquitectura puede dar respuesta a esta doble condición. Es el gozo pleno del hombre.

¿No es algo maravilloso?

Esta entrevista aparece publicada en el nº 591 de CIC, págs. 32 a 34.