Estamos comenzando una década de gran transformación en nuestra sociedad, no solo digitalmente con la inteligencia artificial y la robótica, sino también en la movilidad, con vehículos personalizados, patinetes, scooters y bicicletas. Todo el mundo utiliza productos con ruedas por diferentes motivos en sus desplazamientos. Además, los vehículos serán más silenciosos, y las autoridades están fomentando el uso del transporte público para todos, buscando que sea mucho más sostenible, incluso en la construcción y en sus materiales, para disminuir los efectos del cambio climático que nos afecta a todos.
Pero, en particular, otra gran transformación es el envejecimiento de la población en España y Europa. Todos estamos envejeciendo y queremos seguir haciendo nuestra vida de la manera más autónoma posible. Esto incluye a las personas con discapacidad, muchas de las cuales ya somos mayores y tenemos años de experiencia viviendo, por ejemplo, en una silla de ruedas.
Por lo tanto, bienvenida la nueva normativa vigente desde el 1/03/2024, del Código de Accesibilidad de Cataluña-Decreto 209/2023, que incorpora todos los criterios de las normativas existentes en nuestro país, tanto a nivel estatal como autonómico, así como los requerimientos de normativas europeas. Esta norma innovadora incluye no solo la accesibilidad física con más detalles, como especificar cómo debe ser un pestillo accesible tipo pasador y su señalización de colores indicando si el espacio está libre u ocupado, sino también cómo deben ser los “ajustes razonables” en edificios y entornos existentes donde el nivel “accesible” quizás no se pueda cumplir estrictamente. La norma permite convertir estos entornos en practicables o utilizables, otros niveles de accesibilidad con menos confort, pero que pueden ser utilizados por cualquier persona, especialmente aquellas con discapacidad severa.
Incluye también los requerimientos necesarios de accesibilidad visual, auditiva y cognitiva, en todo lo que nos rodea en nuestra vida diaria, permitiendo que las personas despistadas se tropiecen mucho menos. Si una persona con discapacidad visual puede hacer uso de un espacio, los demás también podrán hacerlo con mayor facilidad. Además, los extranjeros que no dominan nuestra lengua se beneficiarán de letreros con mensajes escritos, textos de fácil lectura y contrastados en su color con el fondo del panel, facilitando su lectura. También se incorporarán iconos o gráficos complementarios para que especialmente las personas mayores y aquellas con discapacidades cognitivas los comprendan mejor, y el resto de la población utilice con normalidad este tipo de señalética accesible. Por ejemplo, en los menús de los restaurantes en zonas turísticas, estamos acostumbrados a ver dibujos del contenido de los platos que se ofrecen, y este diseño gráfico se irá incorporando cada vez más en nuestras calles, edificios y viviendas, con dibujos o iconos que las personalizan.
Pero todo esto tiene un inconveniente: falta mucha formación sobre estos temas. Por ello, están surgiendo cada vez más cursos de formación en accesibilidad, que todos, especialmente los profesionales que se dedican al diseño de nuestras ciudades, viviendas y entornos, deberán realizar. También será necesario contratar especialistas en accesibilidad en sus equipos para incluir estos requerimientos normativos en sus diseños originales, de manera desapercibida y con un coste económico bajo o nulo. La accesibilidad no tiene por qué ser más cara ni notarse demasiado. Al incluir la accesibilidad mediante todos los sentidos del ser humano: vista, oído, olfato, tacto e incluso, en ciertos casos, el gusto, y especialmente siempre el sentido común, pensaremos en que todo lo que creemos esté diseñado para todas las personas, tengan o no sus capacidades limitadas.
Esta es una de las características de esta nueva década, y auguro que todas las universidades de España, Europa y el mundo, paulatinamente, van a incorporar en sus estudios de grado materias obligatorias relacionadas con la accesibilidad. Todo el mundo quiere vivir muchos años y vivir lo mejor posible; y la accesibilidad, sin lugar a dudas, mejora la calidad de vida de todos los ciudadanos, no solo de las personas con discapacidad.
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