En una situación como la actual, con una pandemia mundial, en recesión económica y con la actividad social en coma inducido, 2020 nos introdujo de lleno en el siglo XXI. Vivíamos alargando nuestras costumbres del siglo pasado. Ahora, nos encontramos repensando nuestras formas de habitar y cómo mejorar nuestro mundo para después de la tormenta. Europa nos señala el camino: rehabilitación, eficiencia energética, digitalización y reducción de nuestra huella de carbono. Y todo esto toca de forma directa al sector en el que nos movemos. Se trata de entrar en una nueva cultura para mejorar nuestros edificios, viviendas, equipamientos públicos y nuestro entorno urbano, en general, e invertir en nuestro futuro.
Venimos de un periodo, demasiado de largo, de contracción en el sector de construcción, que no ha hecho más que agravarse en este último año. Estamos convencidos de la capacidad generadora de empleo de la construcción y, sobre todo, de la rehabilitación
Invertir en estos parámetros puede tener varios recorridos, al menos, uno corto y otro, a medio-largo plazo. Sabemos que sustituir una caldera por otra más actual y eficiente nos reportará ahorro y, en consecuencia, recuperaremos dicha inversión cada mes, en cada factura. Si sustituimos este sistema activo de climatización por otro más sostenible, como la aerotermia, la geotermia o la biomasa, veremos que nuestra inversión arroja beneficios mayores e inmediatos. Sin embargo, por sí solos, estos sistemas no evitan que nuestro edificio siga perdiendo energía a través de la envolvente. Por lo tanto, considerando el ciclo de vida del edificio, en el medio y largo plazo, el impacto es casi inapreciable.
Imaginemos que invertimos en un fondo bancario de alto rendimiento, con posibilidad de grandes beneficios, evitando tener el dinero parado en la cuenta, pero el gestor del fondo se lleva más del 50% de nuestro beneficio. La rehabilitación que se limita a los sistemas activos de climatización se parece a esa inversión. Si, por el contrario, mejoramos al mismo tiempo la piel, los cerramientos, las ventanas y cubiertas y todo aquello que está en contacto con el exterior, no solo dejaremos de perder una energía que es sumamente valiosa, sino que el ambiente exterior, que es nuestro gestor ficticio, apenas nos cobrará por su gestión. Es más, puede que, en nuestro provecho, nos aporte energía, haciéndonos energéticamente casi independientes.
Es decir, viviremos en edificios de consumo casi nulo. Rehabilitar no solo debe limitarse a una mejora de la eficiencia de la energía que consumimos. También debe implicar una mejora de la accesibilidad, de la salubridad y de la seguridad de nuestros edificios y viviendas. Es tan importante rehabilitar con una mirada integral, que el mecanismo europeo de recuperación y resiliencia incluye la posibilidad de apoyar estas actuaciones para conseguir que nuestros espacios sean más habitables.
Rehabilitar no solo debe limitarse a una mejora de la eficiencia de la energía que consumimos. También debe implicar una mejora de la accesibilidad, de la salubridad y de la seguridad de nuestros edificios y viviendas
La situación tan excepcional que vivimos, como consecuencia del Covid-19, ha puesto de manifiesto nuestras carencias, a la vez que ha señalado la importancia de apostar por la calidad en nuestras viviendas y lugares de trabajo y de ocio. Corren tiempos de rehabilitación y la profesión está preparada para dar respuestas eficientes y globales a las demandas de una ciudadanía cada vez más exigente. Venimos de un periodo, demasiado largo, de contracción en el sector de construcción, que no ha hecho más que agravarse en este último año. Estamos convencidos de la capacidad generadora de empleo de la construcción y, sobre todo, de la rehabilitación, donde España tiene aún tanto camino que recorrer para poder asimilarse a otros países de su entorno.
La responsabilidad es doble, considerando la gestión de estas ayudas. La directiva europea es estricta para que se justifique cada euro de dinero público que se invierta. Están en juego los recursos de varias generaciones y hemos de ser escrupulosos en su gestión y también en su optimización para alcanzar los objetivos comprometidos de aquí a 2050. Los profesionales de la Arquitectura y los colegios de arquitectos estamos comprometidos con el reto. Tenemos la capacitación y la experiencia necesaria para trabajar, mano a mano, con la Administración pública, aprovechando la red de colegios, con el fin de optimizar los fondos históricos que recibirá nuestro país para salir de la crisis, ganando competitividad.
En tiempos de incertidumbre como estos, los arquitectos y sus colegios profesionales apostamos por la rehabilitación energética e integral de nuestro parque residencial, acompañando a la sociedad en el camino hacia un uso más responsable de la energía para alcanzar los objetivos medioambientales y reducir la huella de carbono.
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Este artículo completo aparece publicado en el nº 567 de CIC, pág 8.
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