(Entrevista realizada en relación al proyecto Rehabilitación de oficinas en la calle Amador de los Ríos (Madrid)
Con casi 70 años y más de 2.000 proyectos en 32 países, Estudio Lamela afronta cada proyecto con la humildad de los grandes y con las mismas ilusiones. En la rehabilitación de este edificio de oficinas abordó algo que no había hecho hasta ahora, y que por su complejidad no suele realizarse en las actuaciones arquitectónicas: esconder la carpintería que arma el vidrio detrás de la piedra, creando una fachada de dos materiales, visualmente limpia e impactante.
Más que una reestructuración, lo que hubo que hacer es un proyecto completamente nuevo, aprovechando una estructura existente. Además, se trataba de un edificio de casi 60 años en bastante mal estado. Ambas condiciones, remodelar bastante la estructura en un edificio antiguo en el que no se había invertido, hicieron más complicada nuestra actuación.
Se nos encargó un proyecto en un edificio de oficinas que, lógicamente tenía que ser lo más diáfano y flexible posible, porque entonces no se conocía siquiera si iba a ser un multiusuario o un único propietario. Aunque por el tamaño, todos pensábamos en la segunda posibilidad. Crear un edificio flexible con una fachada atractiva quedó claro desde el primer momento. Al igual que, al estar ubicado en una calle muy singular, al lado del Ministerio del Interior y con una entidad arquitectónica bastante marcada, debía tener una fachada luminosa y bien integrada en el entorno.
Los comentados en la pregunta anterior: flexibilidad y, sobre todo, una fachada atractiva. De hecho, planteamos 20 o 30 diferentes opciones de fachada con distintos grados de transparencia y materiales. Siempre pensábamos en la piedra como un material capaz de integrarse en el entorno, de la misma manera que sabíamos que debía tener un lenguaje contemporáneo, que le brindase una gran capacidad de enmascaramiento con los edificios colindantes.
Libertad, prácticamente total, con los condicionantes urbanísticos que había, que lógicamente eran bastante serios en cuanto a la altura de cornisa o el acoplamiento de la estructura existente, dado que se trataba de utilizar la volumetría que tenía el edificio preexistente.
Creo que el mayor reto, quizá, fue técnico, en cuanto a unas modificaciones estructurales que se hicieron para bajar, por motivos de accesibilidad, la planta baja, que estaba en una cota como un metro y pico superior a la cota de calle. Hubo que bajar esta cota y eso fue complicado porque con una estructura existente, sin poder derribar forjados ni quitar pilares, hubo que mover algunos. Evidentemente conseguir una fachada de gran potencia, muy transparente con unos vidrios adecuados y unos elementos de piedra muy llamativos, eso también fue un gran reto.
Fue un proceso bastante lineal, ya que había una comunicación fluida con los propietarios. Estos desde el primer momento confiaron mucho en nosotros y los arquitectos querían hacer un buen proyecto también. Esta relación hizo que todo el mundo tuviera más ilusión en este reto.
El proceso que seguimos siempre, estudiar muy bien los núcleos de comunicación vertical, escaleras y ascensores. Siguiendo la reglamentación, unificar todo para hacer la planta lo más diáfana posible y, como teníamos claro que no podíamos poner aseos en cada planta, porque implicaba un gasto de superficie enorme, buscar una solución. Se nos ocurrió ubicarlos en la planta sótano, pero con iluminación natural que hemos creado mediante un patio inglés a fachada que ha quedado muy bien. Yo creo que el tema de los aseos es uno de los asuntos más atractivos del interior del proyecto, que ha quedado bien resuelto con unos espacios con luz natural y con pequeños jardines privados.
Al ser de piedra con unos elementos monolíticos, que además tienen cierta torsión, ha quedado bien e integrada con el resto de edificios. Como es una fachada con cierta profundidad, logra tener una visualización en la cual el vidrio casi desaparece. Además, hemos podido hacer una cosa que no habíamos hecho nunca y, que muy pocas veces se ha podido hacer en general en la arquitectura, y es esconder totalmente la carpintería metálica que arma el vidrio detrás de la piedra. De tal forma que, desde fuera, solamente se ven dos materiales vidrio y piedra con lo cual parece que hay un plano de vidrio sobre el cual se ponen unos elementos de piedra. Al no verse carpintería metálica, se logra una limpieza visual absoluta.
El habitar se hace a través de la arquitectura y la arquitectura no puede ser arquitectura sin los arquitectos. El arquitecto es absolutamente indispensable e imprescindible y debe llevar a cabo proyectos que reflejen las nuevas necesidades de la sociedad y sus viejos deseos, y la arquitectura es la disciplina artística y técnica que arma toda esta labor. Sin ella no podría funcionar la sociedad.
La responsabilidad social de la arquitectura es la que es. Esta responsabilidad que a veces es mayor, desgraciadamente en nuestro país esta peor valorada, cuando lo que vemos cuando vamos y visitamos una ciudad es arquitectura. Todos los edificios tienen en general interés y, sin embargo, dejamos muchas veces que se deterioren, no los cuidamos suficientemente, no sabemos quiénes son los autores, no los protegemos o no les damos el cariño que debiéramos. Desconocemos su historia y todo esto es una pena con la responsabilidad social y humana que tiene la arquitectura. De la misma manera que no se valora la labor de los arquitectos, tanto laboral como económica. Estamos en un momento de catarsis, dentro de nuestro ámbito en el sentido que no podemos continuar con los honorarios y las exigencias que tenemos y con la poca valoración y los riesgos que implica esta profesión.
La aportación fundamental es la fachada. No únicamente porque tenga dos materiales y no se vea la carpintería metálica, sino también por su integración en el entorno. Estamos muy satisfechos con resultado de la fachada. Además, es edificio que llama la atención. Se ha convertido ya en referente y, a pesar de su tamaño, lo ha alquilado para su uso la Forbes House para albergar al primer club Forbes en el mundo. Yo creo que han elegido Amador de los Ríos por la singularidad, por la potencia plástica y por su impronta y estamos muy contentos y muy orgullosos de que haya tenido mucho éxito y se haya alquilado muy rápido. Es uno de nuestros últimos edificios más importantes, a pesar del tamaño.
Creemos que la sociedad lo ha valorado bien y la propiedad también y le pondríamos una nota muy alta en la trayectoria de Estudio Lamela.
Esta entrevista aparece publicada en el nº 594 de CIC, págs. 38 a 39.
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