El sector de la construcción español superó el 2023 con un crecimiento del 2,4% y afronta el 2024 con unas expectativas de crecer un 1%, según los datos del informe Euroconstruct, presentado en el mes de junio. En comparación con Europa, en donde la producción se ha contraído en ambos años, se podría concluir que el sector en España disfruta de mejor salud. Sin embargo, el crecimiento en este bienio se sitúa por debajo del de la economía, y se trata de cifras modestas en relación con las tasas de crecimiento que se han registrado desde el 2015 en adelante (descartando el 2020).
Por tanto, no puede considerarse al sector español como una excepción, puesto que también está siendo afectado por la subida de costes productivos y financieros, aunque en menor medida que la mayoría de países europeos. Asimismo, comparte con el resto de Europa las expectativas de que la normalización de tipos reactive la actividad, con lo que la previsión para 2025 (1,5%) y 2026 (1,8%) es muy similar a la del promedio Euroconstruct.
La edificación residencial es el subsector en el cual España se desacopla más del comportamiento europeo. Haber superado el periodo 2022-2023 sin caídas de producción demuestra que, aunque el empeoramiento económico y el alza de tipos haya disuadido a parte de la demanda, aún sigue quedando suficiente como para mantener al sector en la zona de confort de los últimos años, rozando las 110.000 viviendas iniciadas por año. Que la cartera de proyectos se mantenga estable incluso en los momentos más críticos es signo de un mercado maduro, pero indica que no cabe esperar demasiado crecimiento.
El escenario propuesto es de producción virtualmente estancada en 2023 (0,9%) y 2024 (0,5%) con posibilidades de una modesta aceleración en 2025 (1,5%) y 2026 (2%), asumiendo que la promoción privada abandone progresivamente sus posiciones de máxima cautela y que la promoción pública ejecute (cuando menos) la vivienda asequible para la cual tiene asignados fondos Next Generation.
Las turbulencias económicas y el encarecimiento de costes también han sido una dura prueba para la edificación no residencial, que no ha superado con tanta facilidad como la vivienda, puesto que la previsión para 2024 es negativa (-1,5%). Este 2024 será el punto más bajo en términos de producción porque a los nichos que ya retrocedían en 2023 (oficinas, comercial, sector primario) se añaden ahora un par más (industrial y logística) que hacen que los nichos más resilientes (ocio, sanitario) sean incapaces de impedir que la producción acabe cerrando el año en positivo.
Este retroceso refleja la atmosfera poco propensa al arranque de proyectos de los últimos meses, con alguna excepción notable, como el caso específico de los hoteles. Algunos indicadores ya sugieren que los sectores económicos que demandan construcción no residencial están saliendo progresivamente de su atonía. Es verosímil que conforme avance el año se empiece a reactivar la cartera de proyectos y que por tanto en 2025 ya sea posible presenciar una modesta mejora (1,5%) y que ésta continúe en 2026 (2%).
La rehabilitación no ha experimentado grandes variaciones en su volumen de producción, pese a las sustanciales ayudas sufragadas por el NGEU. El crecimiento de 2023 (2,1%) no parece que sea reproducible en el 2024 (1,8%), en parte porque el gran repunte de la demanda para instalar autoproducción fotovoltaica se ha desinflado progresivamente conforme los precios de la electricidad han retrocedido.
Resulta muy indicativo que, en la práctica, el precio del kilovatio haya tenido un efecto tractor superior al del programa PREE, y el sector está expresando de manera cada vez más clara su decepción con los resultados obtenidos hasta el momento. Se descarta, por tanto, que en el horizonte 2025-26 el mercado se retraiga conforme se agota el calendario de las subvenciones, pero no parece prudente aspirar a crecimientos más allá del 1,5%.
La ingeniería civil concentra las previsiones más expansivas, debido a un cúmulo de circunstancias: partía de un nivel de producción históricamente bajo y cuenta con el impulso de los fondos NGEU y del ciclo electoral, aunque este último se ha agotado a mediados del 2023. En anteriores informes se señaló como una parte de esta ventana de oportunidad se podría estar desaprovechando a causa de los conflictos con los aumentos de costes, licitaciones desiertas y escasez de mano de obra. El problema de los costes deja atrás los momentos más críticos, pero la mejora parece haberse estancado, aunque hay esperanzas de que cuando se formalice el descenso de tipos podría seguir corrigiéndose. Con ese factor a favor, y a la vista del volumen de la cartera de proyectos, se prevé un avance del 2,8% para 2024.
En la previsión para los años siguientes hay que contar con unos presupuestos públicos más condicionados por el control del déficit y también con el agotamiento de los plazos del NGEU. Respecto a estos últimos, se confía que las diferentes administraciones harán un esfuerzo final para apurar al máximo los fondos asignados a España, lo cual podría apuntalar el crecimiento para 2025 (2,8%) y 2026 (2,6%).
Por su parte, el sector de la construcción europeo continúa en la fase de repliegue que se inició en 2023 (-1,4%), con el matiz de que se prevé algo más de contracción en 2024 (-2,7%). Se trata de una maniobra defensiva, para aligerar su carga de trabajo y capear con más soltura los momentos más críticos del episodio de encarecimiento de costes y de perturbaciones en los mercados inmobiliarios.
Un buen número de los países que participan en el informe Euroconstruct ven posible que esta retirada a posiciones más conservadoras acabe siendo solo temporal y esperan que en 2025 las cifras de producción vuelvan ya al crecimiento, aunque de manera tentativa (1,3%). Si las proyecciones para 2026 (1,8%) se acaban cumpliendo, la producción del sector (a precios constantes) podría situarse en un punto intermedio entre la alcanzada en 2021 y 2022, un desenlace que puede calificarse sin reservas como satisfactorio.
Sin embargo, no todos los países siguen literalmente el patrón de comportamiento promedio que se ha descrito. La existencia de excepciones no es nada anormal; si acaso, lo preocupante es que hay algunos países muy grandes entre las excepciones negativas. Así, si se identifican los mercados que llegarán al 2026 produciendo claramente por debajo de los niveles del 2022, constatamos la presencia de tres pesos pesados: Francia, Alemania e Italia. Y mientras que Francia e Italia parecen tocar fondo en algún momento entre 2024 y 2025, en Alemania aún no se vislumbra dónde puede estar el punto de inflexión en el que abandonará la espiral negativa.
La necesidad de efectuar ese repliegue que hemos descrito es más acuciante en el subsector de edificación residencial. Y es que la última oleada de turbulencias ha sorprendido al mercado en un momento excepcional de producción (más de 1,8 millones de nuevas viviendas en 2022, una cifra que no se veía desde 2009), el cual resulta a todas luces insostenible en las nuevas condiciones de mercado, con costes de construcción mucho mayores, crédito más caro y descenso de las ventas.
De acuerdo con las últimas estimaciones, el subsector deberá contraerse casi un 20% para adaptarse al entorno actual, un descenso severo y además urgente, concentrado en 2023 (-9,7%) y en 2024 (-9,5%). Este shock será suficiente para que diez países encuentren su nueva zona de equilibrio, pero entre ellos no figuran los tres países clave mencionados (Francia, Italia y Alemania) en los cuales se esperan aún más ajustes a la baja. Que los recortes continúen en estos mercados tan potentes es decisivo para que la previsión aún sea negativa en 2025 (-0,8%) y que haya que esperar al 2026 para reencontrarse con algo de crecimiento (1,3%).
Si se compara el 20% de ajuste previsto para la vivienda de nueva planta con el 4% que se espera para la edificación no residencial, se podría deducir que este mercado está operando desde una posición bastante más sólida. Sin embargo, esta es una percepción equivocada. El principal motivo por el que son menos extremos los descensos de 2023 (-1,8%) y de 2024 (-2,4%) es que en 2022 el subsector no residencial europeo estaba produciendo a un nivel mucho más modesto que el de la vivienda, todavía un 6% por debajo de los niveles prepandemia.
Por otra parte, esto facilita que la recuperación que se espera en 2025 (2,1%) y en 2026 (2%) sea algo más intensa. En el análisis por nichos de mercado, las caídas más severas del bienio 2023-24 se esperan en la logística (-10,6% acumulado), en las oficinas (-6,3%) y en la construcción comercial (-4,9%), si bien todos ellos confían en que la tendencia negativa se detendrá en 2024.
Los nichos que aspiran a superar las turbulencias de 2023-24 con menor afectación son aquellos en donde se concentra la demanda pública: la educación (-2,7% acumulado) y la sanidad (-0,2%).
La ingeniería civil ha sido capaz de cerrar 2023 con un crecimiento respetable (3,8%), a pesar de verse también afectada por el encarecimiento de costes. Esto evidencia el compromiso de las administraciones públicas por no desviarse en exceso de sus planes de infraestructuras y por aprovechar los fondos Next Generation. La inercia de toda la obra en marcha no hace temer por el crecimiento en 2024 (2,2%).
La previsión para los siguientes años está bajo el influjo de factores de signo opuesto. En sentido positivo, la mejora económica y el abaratamiento del crédito deberían apuntalar la inversión, particularmente la privada. Y en sentido negativo, algunos países podrían ver como sus finanzas públicas quedan restringidas por la reactivación del Pacto de Estabilidad. De momento, las previsiones tienden a dar más peso al sesgo expansivo, apostando por crecimientos anuales entorno al 2,6-2,7% para 2025 y 2026.
Los nichos de mercado con mejores expectativas son precisamente aquellos que desempeñan un papel más relevante en la descarbonización (energía, ferrocarril) y en la adaptación al cambio climático (obra hidráulica). En consecuencia, habrá que estar alerta por si la UE decide imprimirle menos velocidad al despliegue del Green Deal.
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