Dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que ha puesto en marcha el Gobierno para encauzar los fondos europeos para reparar los daños provocados por la Covid-19 se sitúan en un lugar destacado los que marca la Agenda Urbana para la recuperación, con 10 políticas palanca, entre las que destaca el que venimos a desarrollar en este artículo: el Plan de rehabilitación de vivienda, y en concreto la implementación y/o mantenimiento de los sistemas de protección pasiva contra incendios en las edificaciones.
El parque de viviendas en España asciende a 25.882.055 (datos de 2020, Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana), de las que 5,5 millones tienen más de 30 años (3 millones, más de 50 años). Este volumen de viviendas entra dentro del plan de rehabilitación emprendido en todas las comunidades autónomas, y cuyas principales exigencias se centran en el ahorro energético y en la seguridad y habitabilidad.
“Debemos recalcar la importancia de una buena instalación, realizada por personal y empresas habilitados y competentes”
Las exigencias de aislamiento térmico pueden cambiar las características de combustión de los nuevos materiales, y por tanto aparece la necesidad de adaptar las instalaciones a una mayor exigencia de los materiales para su protección frente al fuego. La utilización de materiales cuya reacción al fuego sea la adecuada al uso y conforme a las normativas limitará la aparición del incendio y su propagación al inicio del mismo. Materiales poco inflamables, que no goteen y no liberen humo serán los más adecuados. El ensayo de los materiales de acuerdo con las normas de reacción al fuego garantizará su cumplimiento.
La rehabilitación de edificios comporta diversas modificaciones de la estructura, bien sea por cambio de uso, cambios en sectores de incendio, mejora o modificación de las vías de evacuación, y en muchos casos no es factible realizar todas las reformas que se requieren. Todo ello produce un cambio en las especificaciones del edificio (cambio en la resistencia al fuego de determinados elementos constructivos de la obra).
Dentro de los materiales y elementos compartimentadores, podemos distinguir los cerramientos: elementos planos con función únicamente separadora o delimitadora (dos de sus dimensiones predominan sobre la otra (ejemplos: tabiques, tabicones, puertas, compuertas, cierre de huecos, etc.); y mixtos: tienen además una función portante o de soporte de cargas, el caso de la mayoría de los forjados y los muros de carga. Suelen ser, en general, elementos planos de apreciable espesor.
Por lo que se refiere a los conductos de ventilación y extracción de humos, este tipo de instalaciones conecta prácticamente todos los locales interiores del edificio. Deberán ser resistentes al fuego o bien provistos de compuertas resistentes al fuego en los puntos que atraviesen los sectores de incendio. Si se trata de extracción de humos, solo se admite que sean resistentes al fuego.
“Existen técnicas de protección pasiva contra incendios que dan soluciones para problemáticas especiales: previenen el incendio y favorecen la extinción”
Y al igual que los conductos de ventilación, los edificios necesitan una instalación de cables que distribuye toda la red de electricidad, datos, voz, señales, etc. a lo largo de toda la edificación. La gestión de esta red de cables debe ser compatible con la sectorización al fuego del edificio. Asimismo, existen cables que deberán estar protegidos del fuego, como las instalaciones de alarmas, extractores de humos y la iluminación de emergencia entre otros. Estas bandejas de cables deberán estar protegidas del fuego o bien discurrir por patinillos adecuados (sector de incendio).
Tenemos que tener en cuenta que la red de distribución eléctrica es, a la vez, un camino de propagación del fuego (cables con aislamiento de plástico combustible y productos de humo) y una posible fuente de incendio (sobrecalentamiento de cables, cortocircuitos, chispas...). Deberán estar instalados de forma accesible (mantenimiento, modificación de líneas...) y ser estancos al fuego cuando atraviesan un sector de incendio.
Y en cuanto a los tubos de desagües, chimeneas, gas o líquidos que permitan la evacuación de productos líquidos o gaseosos por todo el edificio, se trata en general de tubos de plástico que, debido a su bajo punto de fusión, en caso de incendio, desaparecen dejando un hueco que permite la propagación.
En definitiva, existen técnicas de protección pasiva contra incendios que dan soluciones para problemáticas especiales: previenen el incendio y favorecen la extinción. Especialmente importante es la protección estructural mediante placas, morteros o pintura. Proporciona sistemas compartimentadores, potencia los existentes y soluciona los problemas causados por las instalaciones. Las soluciones deben estar ensayadas y documentadas.
Debemos recalcar la importancia de una buena instalación, realizada por personal y empresas habilitados y competentes. Es también muy importante la formación del personal proyectista, de la empresa instaladora y de la empresa de control.
En este sentido, y sectorialmente, desde Tecnifuego nos hemos propuesto avanzar en la mejora del sector. Para ello trabajamos en promover y reforzar la profesionalidad y el buen hacer de la ingeniería, instalación y mantenimiento, para así hacer frente a las prácticas intrusistas, que dejan de lado la especialización, la calidad y, por tanto, la seguridad.
Para cumplir estos objetivos de mejora de las instalaciones de protección pasiva se han definido una serie de puntos clave que se deben materializar en los próximos años, como son:
• Necesidad de regulación del diseño, instalación y mantenimiento de los sistemas de protección pasiva. Por un lado, establecer los requisitos de seguridad de los sistemas estableciendo las exigencias técnicas a tener en cuenta en los proyectos (ingeniería) y las tareas mínimas de mantenimiento requeridas para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de los requisitos de seguridad requeridos y, por otro, establecer los requerimientos que han de cumplir las empresas instaladoras y mantenedoras. Con todo ello se garantizará una mayor seguridad de las obras, y se evitará el intrusismo, permitiendo que salga a la luz la economía sumergida que está muy presente en el sector del a construcción.
Para ello, proponemos desarrollar un reglamento de instalaciones de protección pasiva a imagen del Reglamento de instalaciones de protección contra incendios (RIPCI). Tendría que ser una normativa unificada en todo el territorio nacional apoyado con el desarrollo de normas UNE.
• Control de la calidad de las soluciones de protección pasiva en la obra. Para ello, solicitamos a las administraciones el control por tercera parte, a través de Organismos de Control (OCA), para la correcta instalación y montaje de la protección pasiva, tanto en la entrega de obra como en las revisiones periódicas.
• Aplicar con rigurosidad la Ley de Morosidad. Para ello, solicitamos que se establezca un régimen de sanciones eficaz, que permita el cumplimiento de la legislación y garantice a las empresas el cobro de sus facturas dentro de los plazos señalados en la propia ley.
• Impulsar la formación profesional del sector. Para ello, estamos trabajando con el Instituto Nacional de las Cualificaciones (Incual), para que la formación profesional incluya entre sus competencias y ámbitos formativos, la instalación y mantenimiento de sistemas de protección pasiva contra incendios.
• Solicitar a la Administración reducciones fiscales. Dado que la protección contra incendios tiene un efecto directo en la sostenibilidad y el medio ambiente, -véanse los últimos incendios forestales o plantas petroquímicas-, y vela por la seguridad de las personas y bienes, las empresas del sector deberían beneficiarse del apoyo público con medidas como la reducción impositiva.
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Este artículo aparece publicado en el nº 574 de CIC, págs. 54 a 56.
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