Cuando se habla del futuro de la construcción, podemos dar casi por seguro que en algún momento se citará a la industrialización como factor relevante en el porvenir del sector. El problema es, según explica a CIC Josep Ramon Fontana, jefe del Departamento de Mercados del Instituto de Tecnología de la Construcción de Cataluña (ITeC), que “hace bastante que no hablamos de futuro: la crisis ha sido tan profunda que parecía contradecir la idea misma de que podría existir un futuro para la construcción en España. Por tanto, al haber tenido que aplazar el futuro para más adelante, en los últimos años se ha dejado de hablar de industrialización”.
En opinión de Fontana, el pasado Construmat 2015 parecía un buen sitio para ir a buscar respuestas a propósito de qué ha pasado con la industrialización en este paréntesis de introspección provocado por la crisis: “Y lo primero que se pudo constatar es que no ha acaparado tanta atención como en la edición del pasado 2007, la cual en retrospectiva podríamos calificar de momento dulce de la industrialización. Fue ese año cuando el premio Construmat a nuevos productos en la categoría de estructuras y cerramientos estuvo copado por propuestas industrializadas”, afirma Josep Ramon Fontana.
En cualquier caso, observando con atención bajo los remolinos causados por el tsunami del BIM, tema protagonista del pasado Construmat, el jefe del Departamento de Mercados del ITeC puntualiza que fue posible encontrarse en el certamen con algunas nuevas propuestas orientadas a la industrialización: “Los enfoques eran muy variados: fórmulas conservadoras como los módulos sanitarios, otras más radicales como la prefabricación pesada, fórmulas más tecnológicas que perseguían espesores mínimos y otras que apostaban por priorizar el aspecto “eco” del producto final”, asegura.
De todo ello pueden obtenerse, según Fontana, varias conclusiones: “La primera es que no parece haber una solución única al reto de la industrialización, que es abordable desde enfoques muy distintos, todos ellos válidos a priori pero que probablemente también causen respuestas muy distintas en el mercado. La otra conclusión es que aflora una oferta de cuño reciente, síntoma de que hay emprendedores que se sienten con energía para hacerse un hueco en el sector”, aclara.
“La industrialización puede competir jugando la carta de la calidad, incluso la de la sostenibilidad, pero la auténtica clave reside en la personalización; toca convencer a los usuarios finales o, aún mejor, seducirlos”, afirma el experto del ITeC
Para este experto conviene destacar que, junto a esta oferta joven, hay también una oferta madura: “Los módulos premiados en 2007 no solo continúan en el mercado, algo meritorio de por sí, sino que además han aprovechado todo este tiempo para evolucionar el producto y para demostrar que las virtudes que años atrás convencieron al jurado resisten la prueba del mundo real. Algo parecido puede decirse de otras empresas, sobre todo de la órbita del mercado de la prefabricación de hormigón, que han experimentado un proceso semejante de consolidación de sus sistemas de industrialización”.
En todo caso, la incorporación de nuevos productos sobre esa base de productos maduros significa que crece la oferta de soluciones industrializadas disponibles en el mercado. La pregunta clave para Josep Ramón Fontana es si la demanda también crece, y su respuesta es la siguiente: “No está tan claro como nos gustaría. Para empezar, no está claro hasta dónde puede crecer la demanda de edificación de nueva planta en general e independientemente del sistema constructivo. El aumento de los flujos de nuevos proyectos durante los últimos meses es sin duda una buena señal, pero cabe la posibilidad de que en España se esté reproduciendo un fenómeno que está manifestándose en otros países de nuestro entorno y que consiste en que el sector construcción responde con una cierta contundencia tras unos años de poca o muy poca actividad porque corre prisa ponerse al día con un mercado que ha pospuesto sus decisiones de compra. Pero tras haber satisfecho estas urgencias, el sector vuelve a relajarse de nuevo”. En opinión de Fontana, podría ser perfectamente posible que en España presenciemos un repunte de actividad constructora para satisfacer puntualmente a esos segmentos de demandantes que no han sufrido con la crisis, “tras el cual no se percibe que haya suficientes demandantes de clase media que puedan tomar el relevo”.
Por otro lado, teniendo en cuenta que la crisis no solo ha hecho mermar los volúmenes de obra en ejecución, sino que también ha afectado mucho a costes y márgenes. “Y tradicionalmente el coste no ha sido el argumento más potente de la oferta de industrialización más frecuente en nuestro mercado”, argumenta Josep Ramon Fontana. Por eso, para este experto, todo hace pensar que, “si antes de la crisis la industrialización no acababa de plantar cara a la construcción estándar en precio, durante estos años la brecha se ha agravado”.
Oportunidades para la industrialización
Hecha esta diagnosis, son tres las posibles vías apuntadas por el jefe del Departamento de Mercados del ITeC que, en su opinión, podrían contener oportunidades para la industrialización:
● Explotar el lado “investor friendly”.‒ Fontana explica que tal vez conseguir financiación ya no sea tan complejo como unos años antes, pero es obvio que conseguir financiación para promover edificación sigue teniendo un extra de dificultad, sin duda provocado porque sigue persistiendo un extra de desconfianza en todo aquello relacionado con la construcción. “La industrialización tendría que emplearse como argumento para rebajar el riesgo económico del proyecto, por su condición de producto fabricado en condiciones controladas y con mayores eficiencias que la construcción tradicional en obra. Como hemos apuntado antes, junto a la oferta joven que tal vez tenga algo más de experimental, hay una oferta madura que ha probado sobradamente todos sus argumentos. Los técnicos ya están convencidos; ahora toca convencer a los financieros”.
● Explotar el lado “boutique”.‒ Fontana subraya que en los últimos años está ganando visibilidad un concepto de negocio menos basado en los grandes volúmenes y más centrado en el cliente. “El sector español de la construcción es un claro candidato a experimentar con el enfoque “boutique”, por el efecto combinado de la contracción del mercado y por su desplazamiento hacia un cliente final más reducido y exigente. En ese contexto, la industrialización puede competir jugando la carta de la calidad, incluso la de la sostenibilidad, pero la auténtica clave reside en la personalización. Toca convencer a los usuarios finales o, aún mejor, seducirlos”.
● Explotar la rehabilitación.‒ Según Josep Ramon Fontana, “a estas alturas resulta estéril volver a insistir en que el mercado español de la construcción evoluciona claramente hacia un modelo más europeo en donde la actividad se concentra en la rehabilitación. Participar activamente en el mercado de la rehabilitación tendría que ser un objetivo claro de la industrialización. Para aquellos que hayan reaccionado con escepticismo tras leer la frase anterior, les propongo un último ejercicio de retroceso en el tiempo, esta vez al Construmat de 2011”. Y es que en la desaparecida sección de innovación llamada Casa Barcelona se expuso un prometedor sistema industrializado de doblado exterior de fachadas existentes con piezas delgadas de gran formato y aislamiento incorporado, que probaba que la rehabilitación era industrializable. “Hace cuatro años, la propuesta vio la luz en un mal momento; probablemente ahora la veríamos con otros ojos”, concluye Fontana.
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