La rehabilitación y ampliación de la Fundación Ortega – Marañón es un proyecto que abarca tres construcciones (el palacete del siglo XIX, la Residencia de Señoritas y el nuevo edificio) de tres épocas distintas, logrando, sin embargo, un conjunto arquitectónico único y en equilibrio. Este objetivo se ha llevado a cabo mediante la preservación de la identidad histórica de los edificios y el jardín, respetando las características originales de cada uno, pero buscando, al mismo tiempo, la unidad. Aunque a lo largo del tiempo han contado con diferentes usos, actualmente alberga la Biblioteca y el legado del filósofo Ortega y Gasset y del médico Gregorio Marañón y varios espacios destinados a usos educativos y a exposiciones.
Fotos: Lucía Gorostegui
Junquera Arquitectos realiza una nueva rehabilitación y ampliación de la Fundación Ortega y Gasset – Gregorio Marañón (FOM) 30 años después de la primera intervención del estudio en este conjunto de edificios, cuyas actuaciones arquitectónicas son un reflejo de la época.
Construido en 1857 como palacete residencial, en 1915 se transformó en la Sede de la Fundación Americana del Instituto Internacional de Boston, cuya misión principal era favorecer el acceso de la mujer a la vida universitaria. Mas tarde albergará la residencia de Señoritas dirigida por María de Maeztu.
En 1932 encargan a Carlos Arniches un segundo edificio anexo enfocado a dormitorios individuales. Un edificio que se convirtió en referente de la arquitectura del movimiento moderno español.
Años más tarde, el Gobierno lo cedió a la Fundación Ortega y Gasset y declara el conjunto Bien de Interés Cultural (jardín, edificaciones y archivos). Actualmente alberga la Biblioteca y el legado del filósofo Ortega y Gasset y del médico Gregorio Marañón, ampliados durante estos últimos cuarenta años y convirtiéndose, así, en un archivo de referencia.
En 1984, la Fundación encarga a Jerónimo Junquera y Estanislao Pérez Pita su rehabilitación y adecuación a los nuevos usos (dotaciones educativas, culturales, despachos y aulas).
En 2014, fallecido Estanislao Pérez Pita, se encarga a Junquera Arquitectos una segunda rehabilitación para adecuarse a nuevas funciones, demandando más espacio para archivos, una nueva sala de usos mixtos y tres salas de exposición, una temporal y otras dos permanentes dedicadas a Ortega y Marañón, conformando la sede de la FOM como un mini campus de tres edificios sobre un jardín.
Los criterios de la rehabilitación han sido los de mantener al máximo las señas de identidad de los edificios y el jardín desde su nacimiento, en distintos grados, en función de los usos que han acogido estos edificios en sus más de 150 años de historia: palacete residencial, dormitorios de señoritas, sede de FOM, archivo documental, despachos de investigadores y, ahora, salas de exposición y salón de usos múltiples.
Por eso hoy, con la obra terminada, se pueden reconocer las trazas de su historia, manteniendo en los edificios existentes referencias a sus tipologías históricas, envolventes y materiales.
El nuevo volumen, nueva puerta y espacio de acogida para actividades de la Fundación, se abre al jardín y se funde con el Edificio Arniches utilizando el lenguaje del movimiento moderno en sus envolventes y materiales. Se implanta semienterrado, sin sobresalir de la coronación de las tapias del jardín, de tal forma que desde la calle pasa desapercibido.
Se han mantenido todos los elementos tipológicos y estructurales originales, salvo la compartimentación de los espacios exteriores que fueron adecuándose a sus nuevos usos. Aquí es donde la rehabilitación ha actuado con más libertad para generar nuevas compartimentaciones de las dos naves laterales sin modificar los huecos de la fachada, lo que reclama crear encuentros a media ventana diseñados con carpintería de acero, a modo de tímpanos de vidrio y madera.
La intervención se complementa con la creación de dos bibliotecas con entreplanta y una comunicación con el semisótano, recuperado para los archivos a través de sendos vacíos.
Con el fin de dar respuesta al crecimiento documental, se amplía el semisótano generando una zona de jardín sobreelevado, a la cota de coronación del zócalo original.
Emplazado en segundo plano del palacete del siglo XIX, casi tocándolo, mediante un sutil abrazo del volumen curvo de la escalera.
Responde a la clásica tipología hotel, de forma que un pasillo enhebra las puertas de las habitaciones y en quiebro se sitúan los aseos comunes, creando hacia la calle General Martínez Campos un gran ventanal y terrazas voladas que generan la fachada más icónica del edificio.
En la ampliación ha sido referencia como elemento clave de la formalización de la nueva fachada. El interior, espacios de reducida escala, salvo la escalera, amplia en sus trazas y bellísima en su diseño.
Un edificio resuelto con materiales austeros que se han mantenido rehabilitándolo, fachada de revoco, carpintería de acero con persianas enrollables de madera y cubierta plana a la catalana.
En la actualidad, sus primeras plantas se reservan a espacios expositivos de pequeños formatos, libros, cartas documentos e imágenes de Ortega y Marañón. Esto ha permitido diseñar una secuencia continua de subespacios expositivos, manteniendo la referencia a los establecidos en las habitaciones originales. Mientras que, en el resto de las plantas, las estancias iniciales se adecúan a despachos de investigadores.
La FOM se ha consolidado como una institución de referencia en nuestro país, cultural, educativa, investigadora y garante de un fondo documental en continuo crecimiento, que reclama una proyección pública que la difunda a la sociedad, un espacio de acogida, una nueva puerta y una sala de usos múltiples, salón de actos, seminarios… Por esta variedad de usos y esta necesidad de apertura, no tenía cabida en las dos edificaciones existentes, razón por la cual se decide incorporar un nuevo edificio.
Desde el estudio Junquera Arquitectos se entendió desde el principio que una tercera pieza con personalidad propia era demasiado forzar el reducido espacio libre del que se disponía, así es que optaron por buscar una relación ambigua con el Edificio Arniches utilizando su lenguaje arquitectónico y sus materiales, de forma que en el futuro se fundieran. Una actuación silenciosa, cuya ambigüedad en el futuro dificultara la percepción de si forma parte o no de la propuesta de Arniches.
Se situó adosado al muro de la calle Miguel Ángel, sin sobrepasar su coronación, en continuidad con el Edificio Arniches, hundiéndolo ligeramente a la cota del semisótano en continuación con la sala de exposiciones temporales. Mientras que la percepción desde la calle se mantiene inalterada.
El volumen cuenta con una sola fachada que se asoma al jardín a través de un ventanal corrido, protegido por lamas de madera móviles para adecuar la luz a las diversas actividades.
Un gran ventanal, arropado por un voladizo de traza similar a los balcones que diseñó Arniches, protege y enmarca la rampa de acceso al vestíbulo de acogida, desde el que se accede a las salas de exposición y al salón de usos múltiples.
Este se configura como un volumen paralelepípedo, ideal acústicamente al que se añade un palco corrido en un lateral bajo el cual se almacena el mobiliario para transformar el espacio rápidamente en función del acto. El vestíbulo es la charnela que conecta la nueva sala con el Edificio Arniches.
Dado que este edificio nace con vocación de fusionarse miméticamente con la Residencia de Señoritas utiliza sus mismos materiales y acabados: fachadas revocadas, carpinterías de acero y madera. Solo la cubierta plana ventilada mantiene la misma tipología, cambiando el baldosín catalán por paneles de cerámica blancos.
Este artículo aparece publicado en el nº 593 de CIC, págs. 24 a 29.
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