La radiografía de la construcción deja un pronóstico claro: es el sector de la recuperación, en la medida en que resulta de vital importancia para impulsar la economía, generar empleo y cubrir algunas de nuestras necesidades sociales más elementales. Dado que se trata de uno de los motores de España, debe representar un papel importante en la canalización de los fondos europeos. Porque, rimas aparte, sin construcción no habrá reconstrucción. Pero no hablamos de ladrillos, carretillas y sacos de cemento. Hablamos de un sector básico sobre el que cimentar el crecimiento y desarrollo de algunas de las industrias más estratégicas para nuestro país, como podrían ser las telecomunicaciones o las energías renovables.
La construcción, al fin y al cabo, constituye un sector transversal en torno al que giran todo tipo de medidas encaminadas a facilitar la transformación digital de España y la transición ecológica
Es cierto que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española contempla una importante partida de 6.820 millones de euros destinada a la rehabilitación de viviendas y regeneración urbana entre 2021 y 2023. Pero que estas actuaciones no nos impidan ver el alcance y la profundidad de la construcción en su conjunto, que también ha de poner la lupa sobre la Estrategia de Movilidad Sostenible, Segura y Conectada; el Plan de Digitalización de Pymes; o la Nueva Política Industrial España 2030 y Estrategia de Economía Circular.
Porque la construcción, al fin y al cabo, constituye un sector transversal en torno al que giran todo tipo de medidas encaminadas a facilitar la transformación digital de España y la transición ecológica: dos de las principales directrices esbozadas por las autoridades comunitarias para la concesión y posterior reparto de las ayudas comunitarias. Ayudas que, en total, permitirán dinamizar un sector que representa casi el 10% del PIB, da empleo a cerca de 1,3 millones de trabajadores y tiene impacto, también de manera indirecta, en el conjunto de la economía española. De hecho, se trata de uno de los sectores que tiene mayores porcentajes de pymes y trabajadores autónomos, principales artífices del crecimiento, por lo que el sector puede propiciarnos ese balón de oxígeno que España necesita tras la asfixia de la pandemia.
La construcción de hoy en día nada tiene que ver con la de antaño, fruto del aprendizaje y resiliencia adquiridos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria de 2008
El comienzo de 2020 venía marcado por la desaceleración en la actividad económica a nivel general y los menores ritmos de crecimiento en la industria de la construcción con los que se acababa 2019. Existían signos en los indicadores económicos y laborales del sector que, a pesar del contexto, invitaban al optimismo. Lo que no se podía prever era una situación como la provocada por la pandemia de la Covid-19, que puso el mundo patas arriba, arrancó la primavera del calendario y ha generado una crisis sanitaria con consecuencias económicas y sociales aún incalculables.
Pero toda crisis, por agónica que sea, concierne una serie de oportunidades, que promueven una visión más esperanzadora, y que acompañada por el impulso desde la administración a esta industria, permitirá que se desarrolle el efecto tractor que caracteriza a la actividad de nuestro sector. La construcción de hoy en día nada tiene que ver con la de antaño, fruto del aprendizaje y resiliencia adquiridos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria de 2008. Y aunque nuestro sector fue uno de los principales damnificados por el estallido de la pandemia, también ha sido uno de los que más rápido se ha recuperado. En concreto, el número de empresas con asalariados inscritas en la Seguridad Social en el año 2020 ha sido de 126.842, es decir, 581 más que en 2019, con una variación interanual del 0,5%. De hecho, un 12,6% de las sociedades mercantiles constituidas pertenecían a la construcción.
A pesar de ser un sector muy atomizado (el 98,7% de las empresas del sector son pequeñas, siendo un 86,1% microempresas), el tejido productivo presenta una resiliencia admirable teniendo en cuenta las actuales circunstancias en las que, aun no estando especialmente protegido por las fórmulas de protección de empleo y financiación, ha logrado adaptarse, consiguiendo aumentar su número de empresas.
Hablando en términos de empleo, la construcción ha sido el primer sector económico en recuperarse del mazazo sufrido durante los fatídicos meses de marzo y abril de 2020. Ya en mayo presentaba cifras positivas de crecimiento mensual, logrando recuperar los puestos de trabajos perdidos. En gran medida esto se debe a que es un sector estructurado en torno al Convenio General del Sector de la construcción, de ámbito estatal, que recoge fórmulas consensuadas que le dotan de la flexibilidad necesaria para el mantenimiento de un empleo de calidad.
La recuperación del empleo en el sector y su configuración como motor de la economía es hoy en día una realidad más palpable que nunca. La perspectiva es halagüeña en tanto en cuanto la inyección de los fondos europeos traerá consigo la creación de nuevos puestos de trabajo en la construcción, así como la generación de empleo inducido en actividades relacionadas.
En este sentido, mientras que en la anterior crisis nuestro sector fue uno de los que más empleos destruyó, hoy en día se encuentra perfectamente posicionado para absorber parados que hayan perdido sus puestos de trabajo en sectores como el del turismo o la hostelería, especialmente afectados por las restricciones de movilidad.
En términos de empleo, la construcción ha sido el primer sector económico en recuperarse del mazazo sufrido durante los fatídicos meses de marzo y abril de 2020
Porque, paradójicamente a tenor de las cifras de paro -sobre todo del juvenil-, la falta de mano de obra cualificada es una de las principales amenazas para la construcción. Sin embargo, los trabajadores han seguido mejorando su nivel formativo y profesionalización, pese a las dificultades técnicas y organizativas en la impartición de formación durante la pandemia.
Concretamente, el número de ocupados con educación superior se ha incrementado del 17% en 2008 al 25% en 2020. Sea como fuese, las asignaturas pendientes siguen siendo la atracción de talento joven al sector, puesto que tan solo dos de cada diez trabajadores tiene menos de 35 años; favorecer la presencia de mujeres ocupadas en la industria de la construcción que hoy en día supone apenas un 8,2% del total; y facilitar un cambio cultural que promueva la formación profesional como medio para crear empleo de calidad y desarrollo profesional sin necesidad de acudir a estudios superiores.
Respecto a su estructura productiva, uno de los indicadores clave es el consumo de cemento, que cierra 2020 con 13.287.557 toneladas, un 9,7% menos que en el año anterior. El nivel de consumo actual de cemento es superior a los niveles registrados entre 2013 y 2017, pero es alarmante que el consumo actual sea el mismo que hace más de 50 años. Según las estimaciones del departamento de estudios de Oficemen, en 2021 el consumo de cemento se cerrará en una horquilla de entre un -3% y un +3%.
En relación al mercado hipotecario, durante 2020 se registraron en España 333.721 hipotecas sobre viviendas, lo que supone un descenso del 7,6% respecto al año 2019. El impacto de la crisis sanitaria es evidente, pues ha quebrado la tendencia alcista en el número de hipotecas sobre viviendas que se venía experimentando progresivamente desde 2014. Sin embargo, si se contrasta este con la existencia de una limitación de actividades laborales en las entidades financieras y los registros notariales, no resulta tan negativo y vuelve a ser un claro indicador de la resiliencia de la industria de la construcción en un momento de crisis.
Por otra parte, la creación y acceso a la vivienda, la rehabilitación y la regeneración urbana están en el punto de mira de las políticas públicas y de los diferentes agentes del sector. Se pone de manifiesto que es el momento de contribuir entre todos los agentes involucrados en la industria de la construcción a crear un urbanismo sostenible en el que coexistan la rentabilidad y productividad de las empresas, con objetivos públicos para dar respuesta a la demanda habitacional de la sociedad.
En este contexto, es fundamental proporcionar suelo público para atraer la inversión, establecer fórmulas efectivas de colaboración público-privadas y ayudas a la financiación de compra de vivienda de los colectivos más vulnerables e impulsar una visión integradora que dé cabida a la inversión privada en pos de un interés colectivo.
Las nuevas políticas europeas para paliar los efectos de la crisis y lograr la recuperación y resiliencia de los estados miembros posicionan a la industria de la construcción como sector estratégico
En cuanto a la licitación pública, la crisis del Covid-19 ha venido a agravar una situación que ya era muy preocupante: la falta de financiación pública para conservar y desarrollar infraestructuras necesarias para contribuir a la cohesión social, el desarrollo industrial y el compromiso con el cambio climático.
En resumidas cuentas, las nuevas políticas europeas para paliar los efectos de la crisis y lograr la recuperación y resiliencia de los estados miembros posicionan a la industria de la construcción como sector estratégico, en el que pivotan las diversas líneas de actuación financiadas con los fondos de recuperación.
Por ello, la Administración pública española en sus diferentes niveles bien haría en tener presente a la industria de la construcción en sus planes, e impulsar la inversión pública para la realización de proyectos de infraestructuras de diversa índole que son necesarios, así como para promover la rehabilitación integral de viviendas y edificios.
A la hora de garantizar la eficiencia y éxito de los fondos europeos destinados a infraestructuras, la colaboración público-privada es un instrumento clave. Nos encontramos en un momento decisivo para dotar a los agentes del sector de los elementos que vertebren la oportunidad de acometer los desafíos planteados: mejorar y actualizar las fórmulas de colaboración público-privada, facilitar líneas de financiación para empresas y ciudadanos, mantener un marco normativo estable que otorgue seguridad jurídica.
En definitiva, la reconstrucción de España nos brinda la oportunidad de evolucionar hacia una industria más digital, eficiente, innovadora, profesionalizada y segura. La oportunidad, en definitiva, de construir un sector más sostenible y mejor.
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Este artículo aparece publicado en el nº 569 de CIC, págs. 28 a 31.
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