Los condicionantes que presentan las cubiertas son, al igual que los de las fachadas, muy diversos en función del edificio que se trate. Zonas de instalaciones, zonas transitables, elementos salientes, condicionamientos de aislamiento térmico y acústico, geometría… Sin embargo, en todos los casos parece que la colocación de láminas asfálticas es la solución óptima para todos estos condicionantes. ¿No será que le estamos restando importancia a la solución de cubierta en pro de algo que, aunque ha funcionado durante muchísimos años, no es la mejor solución ni la más durable? ¿No será que optamos por ir a lo cómodo, en términos de diseño de soluciones constructivas, y a lo económico?
Siempre que los técnicos nos enfrentamos a la protección de edificios, ya sea en obra nueva o en rehabilitación, damos gran importancia a innumerables aspectos exteriores, tanto estéticos como funcionales. Es evidente que toda la envolvente del edificio tiene que cumplir con la misión de proteger al interior del mismo de las condiciones meteorológicas, además de que esa protección sea durable en el tiempo para que no pierda su efectividad. De la envolvente del edificio, la parte que cobra más importancia a la hora de definir sus características es sin duda la fachada, ese elemento que, además de tener que cumplir con las condiciones de protección comentadas, ha de cumplir con unas condiciones estéticas que le darán personalidad al edificio, que lo definirán y diferenciarán entre los que lo rodean.
Fachadas ventiladas, sistemas SATE de aislamiento por el exterior, morteros transpirables e impermeables, aplacados, aluminios, porcelánicos… un sinfín de soluciones técnicas y materiales que no solo están al alcance del proyectista, sino que además son tenidos en cuenta y meditados en el proceso de diseño del edificio, valorando ese binomio estético/funcional ya comentado. Es un reto en sí mismo probar nuevas soluciones constructivas de fachadas para dar una imagen diferente o conocer nuevos avances de materiales previstos para su colocación en fachadas que incrementen las prestaciones de los anteriores con una estética innovadora.
Sin embargo, en el caso de las cubiertas me da la sensación de que no ocurre lo mismo. Es una opinión personal, una apreciación que me hago al tratar con nuevos proyectos que me llegan y que innovan poco en la resolución de la cubierta del edificio. Parece que, al perder la condición estética pública, visible por todos desde la calle, esa condición de lucimiento, de mostrar innovación y, por qué no decirlo, arte arquitectónico, se pierde la necesidad de innovación, de probar nuevos materiales y sistemas que den un paso tecnológico más en la mejora de las soluciones de cubierta.
Como la lámina bituminosa funciona bien y, total, no se va a ver, ¿para qué perder tiempo investigando nuevas soluciones que puedan sustituir a la ya vetusta tecnología del betún modificado? Pues yo creo que es el momento de reivindicar la importancia de esta parte del edificio, esa que mayor exposición presenta ante las inclemencias del tiempo, esa que nunca va a tener más protección que ella misma y que, según se desprende de estadísticas y estudios1 realizados, es el principal foco de lesiones en edificios. Sin embargo, a pesar de ello, seguimos empeñados una y otra vez en no evolucionar técnicamente en los sistemas de cubierta para mejorar sus condiciones y dar la vuelta a esas estadísticas, seguimos recurriendo en muchas ocasiones a lo de siempre, a pesar de que lo de siempre no es lo óptimo. Pero ¿qué más hay más allá de lo de siempre?
El número de sistemas y materiales que existen en el mercado y que son técnicamente aceptables son innumerables y, aunque no es el objeto de este artículo entrar a detallar características técnicas, sí que quisiera entrar al menos a mencionar aquellos sistemas que me parecen más destacables.
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