A pesar de ser el elemento más débil de la envolvente térmica, las ventanas poseen un papel primordial en la eficiencia energética y consecuente ahorro económico en nuestras facturas de energía. Tanto es así que entre el 25% y el 30% de nuestras necesidades de calefacción son debidas a las pérdidas de calor que se originan en las ventanas como detalla el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (Idae) en su “Guía práctica de la energía, consumo eficiente y responsable”.
Es sumamente importante ser conscientes de cuáles son los principales consumos de nuestros hogares, para actuar en consecuencia. En los últimos años, el consumidor está sensibilizado en la necesidad de instalar sistemas de iluminación eficiente para controlar los costes en iluminación, cuando en realidad el porcentaje de consumo dedicado a la iluminación en nuestros hogares supone tan solo el 9% del consumo total, frente a un 41% dedicado en exclusiva a la calefacción, sobre la que se ve afectada directamente la envolvente del edificio.
Un alto porcentaje de recursos económicos dedicados a mantener una temperatura de confort en nuestro hogar, que puede convertirse en una hipoteca energética. Es importante el empleo de fuentes energéticas renovables y equipos climatizadores de alta eficiencia, pero igualmente es primordial actuar con medidas pasivas, como el aislamiento de la envolvente del edificio. En definitiva, la fachada es el primer control energético del edificio y debe ser un elemento activo que contribuya al ahorro energético, seguridad y confort.
La sustitución de ventanas deficientes, por sistemas de ventanas eficientes de alta calificación energética, no solo genera ahorro económico, sino que además aporta confort a la vivienda reduciendo al mismo tiempo las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Así, el papel que desempeñan los materiales tradicionalmente utilizados en la fabricación de ventanas -aluminio, madera y PVC- en la sostenibilidad de un edificio es más que relevante en el ahorro energético de una vivienda. Organismos oficiales e independientes como el Idae, que mencionábamos anteriormente, dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, en su publicación Guía Técnica de Soluciones de Acristalamiento y Cerramiento Acristalado, realiza un estudio comparativo entre ventanas fabricadas con distintos materiales.
Para ello, compara 14 tipos de ventanas fabricadas con distintos materiales y representativas de las que se han instalado a lo largo de los años -aluminio, madera y PVC- y con distintos acristalamientos, indicando para cada caso el ahorro de energía alcanzado si se sustituye cada ventana por una de prestaciones superiores.
En todos los casos, los datos del Idae indican que los mayores ahorros energéticos se logran al instalar nuevas ventanas de PVC. Ahorro que llega hasta un 70% al sustituir una ventana de aluminio por una de PVC. Un ahorro que aún puede ser superior, dado que el Idae solo considera perfiles de PVC de tres cámaras, cuando en la actualidad existen sistemas con cinco y hasta siete cámaras de aislamiento.
Equilibrio entre sus componentes
Desde el punto de vista de la ventana, es importante conseguir un cierto equilibrio entre los componentes de la misma, esto es, utilizar perfiles y acristalamientos con similares prestaciones térmicas, para no mermar el comportamiento general del elemento. Por ejemplo, que un vidrio de alto rendimiento energético no encubra las deficiencias de un perfil de bajo rendimiento.
No hay que dejar de lado que, dentro de la propia ventana, la parte más débil es el capialzado. En muchas ocasiones, se presta especial atención a la ventana, y se olvida el concepto de cajón de persiana, obteniendo rendimientos mediocres en el conjunto global. El cajón de persiana ocupa en torno al 20% del hueco, ocasionando pérdidas energéticas del mismo rango si éste no contribuye a mantener las mismas características de la propia ventana. Pequeñas actuaciones en el propio capialzado, como incluir una pieza de aislante en su interior, o motorizar, en lugar de usar cinta, permiten eliminar el paso de aire y, por tanto, obtener mejores valores en cuanto a transmitancia térmica y permeabilidad al aire, respectivamente.
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