Este análisis proyecta el futuro impacto de la Inteligencia Artificial en arquitectura, resaltando dos hitos clave. La IA evolucionará desde ser un mero “lápiz avanzado” hasta convertirse en un “Arquitecto de Superinteligencia Artificial”, transformando radicalmente la función del arquitecto en la creación de diseño.
La integración de la inteligencia artificial (IA) en diversas disciplinas ha suscitado tanto admiración como preocupación, particularmente en campos creativos como la arquitectura. Esta reflexión se centra en abrir un debate informado sobre el futuro de la arquitectura ante la aparición de tecnologías de IA, evaluando tanto las oportunidades como los desafíos que presenta. Podemos identificar dos puntos de inflexión que van a cambiar el panorama en el mundo de la arquitectura:
La primera fase de este cambio ya la estamos viviendo y se caracteriza por la adopción de la IA como un asistente creativo y programático en el proceso de diseño arquitectónico. Diferenciando entre AI art, enfocado en la creatividad, y AI Design, orientado a la optimización de distribuciones en planta. Podríamos destacar como aplicaciones de AI Art Midjourney o Stable Diffusion y para AI Design Architechtures o Finch3D. Estas tecnologías actúan como extensiones avanzadas de herramientas preexistentes como AutoCAD y Revit. Al ser una herramienta más, la IA no reemplaza la intuición y el juicio crítico del arquitecto, sino que se posiciona como un “lápiz evolucionado”, requiriendo aún de la guía humana para alcanzar su potencial completo. No aprovecharse de esta tecnología es similar a decidir dibujar mi proyecto a lápiz y prescindir de AutoCAD o Revit.
En este punto de inflexión, los arquitectos somos fundamentales en todo el proceso. Es un lápiz “casi” mágico, que parece que dibuja solo, pero que de momento necesita una mano que lo guíe y, por lo tanto, nuestro rol va a mantenerse similar al papel actual.
El segundo punto de inflexión anticipa una transformación más profunda y potencialmente disruptiva con la aparición de la “Superinteligencia Artificial” (A.S.I, por sus siglas en inglés). Va a suponer un cambio en todos los ámbitos de nuestra vida, incluido en el mundo de la arquitectura. Este escenario futuro plantea una IA capaz de prever necesidades del cliente y ejecutar diseños extraordinarios con una velocidad y precisión inimaginables. Nos va a costar entender el diseño, incluso a los arquitectos, para darnos cuenta posteriormente de que es un diseño perfecto. Igual que cuando Alphazero (uno de los mejores módulos de ajedrez) hace un movimiento en el tablero y no entendemos por qué lo hace, pasará lo mismo con la arquitectura y nos daremos cuenta (al tiempo) que tenía razón, que ese era el mejor diseño. La capacidad de A.S.I para superar las limitaciones creativas humanas invita a redefinir completamente el rol del arquitecto.
Habrá un proceso de transición en el que nosotros, los diseñadores, tendremos que ajustar los inputs para que la IA haga el proyecto que realmente quiere el cliente. En este caso, actuaremos como “intermediarios”, modificando parámetros y transmitiendo las necesidades a la aplicación.
Sin embargo, es probable que esta transición sea corta y que la IA llegue a entender todos los requerimientos del cliente de manera autónoma sin necesidad de “intermediarios”.
El papel del arquitecto puede ser relegado a la investigación o a la potenciación del propio software inteligente.
Una vivienda diseñada por esta superinteligencia va a ser más eficiente, más resiliente, más económica, mejor distribuida y más optimizada que cualquier diseño humano. El tiempo tomado para la elaboración del diseño puede ser insignificante, capaz de hacer un proyecto de ejecución completo cumpliendo la normativa en minutos.
Es más, el diseño de una vivienda realizado por un humano será considerado una extravagancia. Un lujo de algún cliente estrafalario que quiera desafiar la racionalidad.
Algunas personas creen que este cambio sólo afectará a nivel técnico, pero nunca creativo. Es un error. A.S.I. será más creativo que todos los arquitectos combinados.
Es difícil de imaginarlo ahora, pero este software sería capaz de hacer a la vez un edificio candidato al premio Pritzker de arquitectura y escribir una novela premio nobel en menos de una hora.
Podríamos profundizar sobre el papel de esta superinteligencia en la sociedad y esperar que la mayoría de los oficios van a tener un destino parecido a la arquitectura. Es decir, la automatización a través de la IA va a relegar a los humanos en la mayoría de los trabajos, causando uno de los cambios más dramáticos que hemos vivido. Quizá, pueda significar que la implementación generalizada de A.S.I. precipite una reconfiguración socioeconómica en la cual una proporción significativa de la población adquiera la capacidad de subsistir sin la necesidad de trabajar. Sería la creación de una nueva clase social: La Clase Ociosa.
Por otro lado, un porcentaje mínimo de humanos tendría la labor de investigar y controlar la I.A. en cada una de las disciplinas. Una labor titánica sólo para mentes extraordinarias que podría denominarse La Clase Científica.
La llegada de la singularidad o A.S.I. es un debate habitual entre científicos y físicos de todo el mundo. Los expertos en IA estiman que podría ser alrededor del 2060. Por supuesto, esta fecha estimada es especulativa y solo representan la opinión de la comunidad de expertos en IA, pero nos indica que una gran parte de las personas que más saben sobre este tema estarían de acuerdo en que 2060 es una estimación bastante razonable para la llegada de una A.S.I. potencialmente transformadora del mundo. Tan solo a 35 años de distancia.
Así, resulta prudente mantener una vigilancia continua sobre estas tecnologías emergentes de inteligencia artificial, reconociendo que nos encontramos ante una industria incipiente que, indudablemente, está destinada a revolucionar el mundo, tanto en el ámbito de la arquitectura como en todos los aspectos de nuestra vida.
Este artículo aparece publicado en el nº 592 de CIC, págs. 74 a 76.
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