El sector de la construcción debe cambiar ya su mentalidad para recorrer el largo y necesario camino que le queda desde la linealidad hasta la circularidad. Solo a través de la sensibilización por parte de todos los agentes se podrá transformar el modelo en todo el ciclo de vida, lo que implica la total valorización de los Residuos de Construcción y Demolición (RCD).
En la actualidad, entre el 10% y el 15% de los materiales se desperdician durante el proceso de construcción y el 54% de los residuos generados en las obras son enviados al vertedero, según el informe Economía circular en la edificación, elaborado por Green Building Council España (GBCe). “Es necesario que el sector tome conciencia de la importancia de la circularidad y que desvincule su desarrollo económico del consumo de recursos finitos”, como defiende Alfons Ventura, experto del Área Técnica de GBCe en el proyecto Valrec.
Con este contexto como telón de fondo, Ventura moderó recientemente el encuentro virtual “De principio a principio: economía circular en los residuos de construcción y demolición”, enmarcado en el proyecto Valrec. El debate, que contó como ponentes con Alberto Silleras, director de Tecnalia Madrid; Pablo Pérez, gerente de Galain Ingeniería y director técnico del Grupo de Interés AR de gestores de RCDs; y con Juan Diego Berjón, jefe de Servicio de Surge Ambiental de Sacyr, se centró en las barreras que impiden en la actualidad el uso generalizado de áridos reciclados y en la búsqueda de soluciones. Todos los participantes coincidieron en el mismo punto: “Aún falta concienciación”.
“Todo el sector, desde la pequeña empresa de reformas domiciliarias, debe cambiar su mentalidad de cara al futuro y hacer la demolición de tal forma, que los materiales lleguen correctamente clasificados a planta”, argumentó Pérez, de Galain Ingeniería. No obstante, esa disrupción solo será posible si los principios y ventajas de la economía circular calan, tanto en el sector como en la sociedad en general: “Se tiene que dar el caldo de cultivo adecuado”, recalcó Berjón, de Surge Ambiental.
En este sentido, Silleras, de Tecnalia, añadió que “la investigación y el desarrollo tecnológico son básicos para demostrar a la administración la importancia de la sostenibilidad, para que cambien la regulación y para lograr la descarbonización del sector”. Así, proyectos de innovación aplicada como Valrec, con el apoyo de la Administración pública, se convierten en herramientas fundamentales para el cambio. “Una de las formas principales para que los áridos reciclados dejen de ser residuos es que existan proyectos como Valrec”, aseguró Berjón.
Por su parte, las políticas europeas también están empujando en esa dirección. Un buen ejemplo de ello es el marco legislativo de los fondos Next Generation, que exige que el 70% -en peso-de los RCD generados en las rehabilitaciones que financian se tengan que preparar para la reutilización, el reciclaje u otras formas de valorización de materiales.
“La realidad es que, si una comunidad de vecinos quiere financiar la rehabilitación de su edificio con los Fondos Next Generation, tendrá que demostrar con el certificado de un gestor que está valorizando las cantidades exigidas de RCD”, explicó Ventura, de GBCe.
“El árido reciclado no es más caro que el árido natural, pero en la actualidad el consumo nacional de áridos naturales es de 150 millones de toneladas al año y la producción de áridos reciclados es de 45 millones de toneladas al año”, matizó Pérez, quien resaltó que “si todo el sistema se cerrara y atara cabos, el 20% de las necesidades de áridos naturales podrían cubrirse con áridos reciclados”.
Para incentivar la generalización del uso de áridos reciclados en la construcción, los expertos apuntaron hacia varios focos de actuación. Por un lado, Berjón resaltó la necesidad de que la tasa de vertidos sea más gravosa, como ya contempla la nueva Ley 7/2022 LRSCEC, y que su recaudación se destine al fomento del uso del árido reciclado, “como ya ocurre en algunas comunidades autónomas”.
Asimismo, para solventar el problema de las pequeñas obras de rehabilitación que carecen de espacios para clasificar los residuos, se mencionaron fórmulas ya empleadas en muchos municipios como el uso de big bags o sacas, que permiten llevar los residuos de construcción y demolición generados en las obras a un punto limpio próximo, donde se debe exigir que el residuo esté correctamente separado. “Si lo que llega a planta está mal separado en origen, el proceso resulta costoso, poco rentable y desincentiva el reciclaje”, resaltó Ventura.
Para evitar que se repitan estos problemas, es necesario tener en cuenta el destino final de los productos que se incorporan a la obra desde la fase inicial del proyecto. Esto implica que los proyectistas contemplen desde un primer momento en sus diseños las indicaciones del marco Level(s) para su futuro desmontaje. Esta fórmula también es aplicable a las obras de rehabilitación, de manera que se puedan reaprovechar mejor en el futuro, cuando se lleve a cabo una nueva intervención, los recursos que se están introduciendo ahora en esa obra nueva.
Por otro lado, el debate permitió abordar los problemas actuales en la trazabilidad de los RCD, que solo se resolverán con la necesaria transición de lo analógico a lo digital: “Trazar un residuo con papeles autocopiativos escritos a bolígrafo sobre la marcha, como se hace en la actualidad, es muy complicado”, lamentó Berjón.
En este evento de Valrec participaron también, a través de una fila 0 online, expertas en economía circular como Cristina Sendra, directora Técnica en Eco Intelligent Growth (EIG) de Grupo Construcía; Eulàlia Figuerola, arquitecta responsable de l'Àrea de Sostenibilitat de Haus; Anna Manyes, asesora del Departamento Técnico de Rockwool o Beatriz de Diego, experta del Área Técnica de GBCe y miembro del Grupo de Trabajo sobre Economía Circular (GTEC).
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