La casa, el refugio de cada uno de nosotros, debe relacionarse con la ciudad y producir nuevos encuentros con el contexto urbano en que se inserta. Pero, al mismo tiempo, debe manifestar una cierta condición enigmática de lo que ocurre tras sus paredes y cerramientos que proteja a sus usuarios tanto visual como funcionalmente. Cuánto se debe entrever la actividad en la casa desde la calle y cuánto el funcionamiento de la casa debe defender su condición más privada del resto de vecinos es una cuestión que siempre merece una nueva relectura.
TEXTO: Moisés Royo / MUKAarquitectura
En la Casa Farol, las cuestiones sobre cómo se debe insertar la pieza en el municipio y cómo se deben producir las relaciones de los usuarios y la casa a través de los usos han sido el principal motor de búsqueda de la solución para esta propuesta.
La vivienda unifamiliar, por su tamaño doméstico, es capaz de crear objetos de una claridad formal que en otras arquitecturas de mayor escala es menos evidente. Esta condición debe ser aprovechada para ordenar las calles de zonas residenciales de baja densidad. De otra forma, piezas de geometría confusa comienzan a emerger, lo que sumado a una errónea elección de los materiales produce una yuxtaposición de texturas incoherente desde cualquier lógica urbana y un ruido innecesario desde el rotundo silencio de la forma.
La posición transversal de la casa sobre la alineación de la calle Jilgueros ofrece una acomodación visual de la pieza durante la aproximación; una presencia más agradable y menos agresiva que una implantación alineada a la calle. Esta presencia urbana en escorzo permite además una apertura del paisaje circundante y se regala a la ciudad -y, en definitiva, a sus usuarios- la posibilidad de percibir la vegetación oculta en los patios traseros de las viviendas colindantes. Los magníficos olivos y pinos de las parcelas privadas manifiestan, mejor que cualquier construcción próxima, el carácter de ciudad-jardín de este barrio. La cualidad amable de la línea sinuosa que separa el cielo de las copas de los árboles se enfatiza por la rotunda condición geométrica del prisma cerámico. Sus líneas rectas, que perfilan el cielo con la misma limpieza y precisión que la incisión que produce una afilada hoja de bisturí, conforman un diálogo entre lo anclado al terreno y lo que levita y pertenece al universo.
El frontón recto que sugiere la celosía cerámica termina el pórtico de la planta baja en el contacto con el cielo. Sugiere la capacidad de abstracción similar a la de un templo griego a través de su geometría y juego de líneas. Si en la Grecia clásica era necesaria su resolución triangular por la obligatoriedad de ejecutar las cubiertas inclinadas, hoy ese mismo frontón puede ser recto puesto que podemos solucionarlo a partir de cubiertas planas. La relevancia de este elemento clásico en el que se contaban escenas enteras emocionantes de algún mito muy conocido, como el nacimiento de Atenea en el Partenón, supone en la Casa Farol contar también la diaria y emocionante vibración de la luz al atravesar la geometría cerámica. La Casa Farol pretende contar la historia del sol, cambiante a partir de la luz que nos llega, cada año. Trescientos sesenta y cinco episodios que se superponen, uno tras otro, como las pieles de un bulbo en la tierra, que completan el significado de esta pieza.
El suelo, donde el volumen cerámico se apoya, se manipula a través de una doble operación. En primer lugar, se excava parte del terreno para rehundir parcialmente la planta baja donde se alojan las estancias de día como son la sala de estar, el comedor y la cocina, conectadas con el exterior a través de grandes paños de vidrio. De esa forma se produce una relación visual en horizontal con el plano del suelo más próxima a la altura y posición estática de sus usuarios y se subraya su privacidad al aparecer relaciones visuales en diagonal que alejan la posición de las viviendas vecinas.
En segundo lugar, el perímetro quebrado resultante de esta sustracción presenta una lectura más compleja que el volumen superior al acomodar todos los accidentes necesarios que orbitan alrededor de la casa como son la piscina, unas pequeñas zonas aterrazadas, varias escaleras de acceso y conexión con el resto del jardín y aparcamiento y otras conexiones con cuartos de máquinas. Mientras que, entre el límite de la parcela y el vaso horadado, se plantea un plano horizontal limpio inundado de una grava de canto rodado enfatizando la identidad formal de toda la operación proyectual. El rehundimiento de la pieza también enfatiza el peso del volumen cerámico como otras arquitecturas, y otros maestros, nos han mostrado antes.
El límite del área climatizada de la vivienda en planta baja se resuelve principalmente a partir de tres elementos: unas grandes cristaleras protegidas del soleamiento directo gracias al vuelo del volumen superior, una caja que conforma el acceso de madera de bambú como cámara o espacio intermedio entre el interior y el exterior, y un muro de hormigón o costilla en forma de “U” al fondo de la planta que recoge la zona de estar. Los pilares que sustentan la planta superior se posicionan libres de cualquier encuentro con otros materiales o cerramientos, incluso se desdoblan en una especie de pilar compuesto para permitir que el aire lo atraviese y el carácter de ligereza de la pieza se contraponga al carácter masivo de la pieza cerámica. De esa forma y desde la percepción del alzado longitudinal, los apoyos de la caja superior se desmaterializan desde los muros de hormigón hasta los pilares y desde el fondo de la parcela hasta la calle Jilgueros.
La planta baja se compone de dos planos horizontales de hormigón visto. Tanto el pavimento como el techo han sido ejecutados como elementos que guardan una relación de tensión entre ambos, entendiéndose como un sándwich funcional donde se desarrolla la mayoría de la actividad de la casa. Esta solución permite enfatizar las visuales horizontales con el resto de la parcela quedando las viviendas colindantes fuera del control visual y, por tanto, aumentando la privacidad en la vivienda.
La solución de grandes ventanales de suelo a techo, deslizantes, permiten vincular interior y exterior desdibujando sus límites. La piscina y el resto de actividades en la parcela pasan a formar parte de la vida cotidiana y la celosía cerámica funciona como una cortina urbana que protege a la vivienda de las visuales de los vecinos colindantes.
Existe un único elemento en diagonal en el interior de la casa, también construido en hormigón, que conecta el mundo inferior con el superior: la losa de escalera. Este plano inclinado permite recoger la cocina y el resto de mobiliario tras ella, cerrándose hacia uno de los lados (norte) y abriéndose hacia el sur. El peldañeado se resuelve como una piel de madera a modo de alfombra que sirve de transición entre el pavimento de hormigón de planta baja y el cerámico de la planta superior.
La planta superior se ha resuelto con una envolvente cerámica en todas sus fachadas, dotando de una rotundidad y claridad al proyecto. La sencillez constructiva desarrollada -y patentada- en este proyecto resuelve un mundo interior complejo. La piel cerámica se aproxima y separa del cerramiento de las estancias para lograr un mundo de situaciones intersticiales donde la celosía se comporta de diferentes formas. Frente a un elemento adosado al cerramiento opaco que le protege del soleamiento directo, hay otros ámbitos donde la celosía se separa lo suficiente para conformar una galería y una estancia adicional de la vivienda. De esa forma el límite entre interior y exterior vuelve a desdibujarse para entrar en un mundo de situaciones intermedias que aportan riqueza a la experiencia en la casa. El juego de luces y sombras y la percepción del paso de las horas del día reafirman nuestra relación con la biometría, con nuestra parte del yo matérico, biológico. Pero, al mismo tiempo, la amabilidad con que la luz penetra en las estancias nos aporta una condición espiritual que completa nuestra experiencia vital.
La estancia más relevante de la planta superior es el dormitorio principal, donde el espacio se enfatiza a través de la esquina, liberada del cerramiento interior, y la cerámica pasa a ocupar el primer plano. En otras estancias se producen relaciones complementarias como son a través de las ventanas con una escala desproporcionada, como ojos grandes bien abiertos y atentos, y de portones que permiten el acceso puntual a la galería cerámica.
La luz incide contra las paredes de las piezas de barro y se refleja e inunda el interior de las estancias. La tonalidad natural del barro, de la cerámica rojiza perforada, consigue no sólo moldear la luz, sino también proporcionar un tono más cálido al interior de las habitaciones. El tono más anaranjado de la luz distingue el dentro y el fuera, la luz que llega directamente del sol, y la luz domesticada, acariciada por la materia para posteriormente colarse por sus intersticios y servir a los usuarios.
En cualquier arquitectura, la ventana nos permite la iluminación natural suficiente en el interior. Al mismo tiempo crea un vínculo, una relación especial con el exterior. Dependerá también de su tamaño y posición para dotar de una cualidad única a ese espacio.
Filtrar la luz a través de materia, de la misma forma que colamos el agua por un filtro de café, nos permite colorear y hacer vibrar a la luz. Hablamos de los espacios sirvientes y servidos, pero quizás también deberíamos hablar de la luz sirviente y servida cuando ésta es tamizada por la materia. Dependiendo de la estación del año, el carácter permeable de este sistema constructivo permite que los rayos de sol o bien protejan la vivienda de la radiación solar directa o, por el contrario, penetren en el interior inundando el pavimento de un juego de luces y sombras cambiante.
La percepción de la celosía desde el exterior también es cambiante. Dependiendo de la hora del día, los reflejos de la luz sobre la cerámica establecen lecturas muy diferentes de la pieza a través de la materia. Una opacidad exacerbada, un conjunto de reflejos, tonalidades y texturas que abarcan un amplio rango de matices, así como la capacidad de transparencia que posee al caer la noche, cuando la luz del interior se proyecta hacia el exterior, manifestando un sinfín de posibilidades y variables que, una vez más, convierten esta solución sencilla en una casa compleja. Un farol habitado.
La celosía, además de concebirse como filtro solar debido al clima extremo de Madrid y a su duro sol de tarde en las tardes estivales, presenta la cualidad de ocultar a sus usuarios al exterior. La cerámica aporta un grado de privacidad adicional a la planta superior sin renunciar a la luz. Su ejecución a través de bastidores colgados de los cantos de los forjados desmaterializa su presencia desde el interior, donde unas grietas de luz horizontales en el punto de contacto entre el plano superior e inferior evidencian la voluntad de la cerámica por flotar, por levitar, en el juego propuesto por la luz.
La celosía está formada por dos módulos cerámicos: uno de formato cuadrado y otro rectangular, a media cara, por lo que la suma de dos medias piezas completa el formato mayor. La unión entre las piezas se produce mediante una junta seca imperceptible al ojo humano, por lo que el tradicional mortero de agarre propio de la unión entre dos piezas cerámicas desaparece. De esa forma, las piezas cerámicas se apilan, como los antiguos sillares en masa de los templos griegos, sin junta de mortero, a hueso. Se enmarcan en un bastidor metálico a modo de cuadros, de lienzos cerámicos, como si un pintor hubiera esbozado diferentes variantes de la misma composición. Si bien los romanos nos enseñaron a emplear la argamasa para la unión entre dos piezas de ladrillo, la capacidad de la técnica actual permite la desaparición de la unión, produciendo una fricción, o tensión, entre la materia cuya vibración se traslada a la tensión de la pieza colocada en el paisaje urbano.
Este artículo aparece publicado en el nº 591 de CIC, págs. 28 a 31.
El proyecto, denominado Balin, forma parte del programa Hazitek de la agencia vasca de desarrollo empresarial SPRI, del Gobierno vasco.
“Tenemos que ser exigentes y pedirle a la Administración que nos dé garantías. Y la garantía puede ser en forma de certificado de sostenibilidad, seguro trienal u otra que valide la propia Administración”, afirma el presidente de Cepco.
Una solución a este desafío es la climatización adiabática, que consiste en el proceso natural de enfriamiento mediante la evaporación del agua.
A diferencia del ladrillo tradicional, presenta unas dimensiones de 236 x 100 x 119 mm (largo x ancho x alto), lo que hace que se disminuya en un 49% el mortero presente en el paño cara vista.
La Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (Ascer), con la financiación de la Generalitat Valenciana, lanza la campaña ‘El ingrediente secreto’.
Saint-Gobain, especialista en construcción ligera y sostenible, en colaboración con Green Building Council España (GBCE), han organizado la jornada ‘Soluciones para una edificación descarbonizada’.
Según datos del II Estudio Pluxee de Retos y Tendencias en RRHH 2024, el 58% de las empresas españolas ya han adoptado un modelo de trabajo 100% presencial.
La jornada ‘Rehabilitación. Por un edificio habitable y accesible’ se ha celebrado este 14 de noviembre en la sede oficial del Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón.
Esta iniciativa reúne a los grandes profesionales del sector, comprometidos todos ellos con la misión de ayudar a las familias que han visto sus hogares devastados.
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