La industria cementera española ha recuperado casi 60 millones de toneladas de residuos desde 2004, según los datos extraídos de la duodécima actualización de su Observatorio de la economía circular, uno de los más consolidados en España, que refleja el compromiso y ejercicio de transparencia del sector en este ámbito. Este observatorio está elaborado por la Fundación Laboral del Cemento y el Medio Ambiente (Fundación Cema), en colaboración con el Institut Cerdà, y que se encuentra disponible en castellano y en catalán.
El sector cementero, que se configura como uno de los mayores recicladores del país, recuperó, material y energéticamente, solo en 2020, más de 2 Mt de residuos, procedentes de 88 sectores de actividad. Este proceso enlaza claramente con el plan RePowerEU, que tiene como objetivo poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles rusos y hacer frente a la crisis climática.
“La valorización de residuos se cita expresamente dentro de la ficha industria limpia que acompaña al plan RePowerEU. Ya no hablamos solamente de que usar residuos como materia prima y/o combustible es una buena medida desde el punto de vista ambiental, sino que tiene un carácter estratégico para asegurar la competitividad e independencia energética de la industria española y europea”, explica el director gerente de Fundación Cema, Dimas Vallina.
A pesar del valor material y energético para procesos industriales que podrían tener estos desechos, y de los avances realizados en la última década, España continúa enviando a vertedero un 52% de sus residuos municipales, una cifra muy alejada del 23% en el que se sitúa la media de la UE en 2020, último año con datos recogidos para el estudio.
Los bajos costes de vertido, que en el mejor de los casos se sitúan en España en poco más de 14 euros por tonelada, frente a los más de 75 euros que se alcanzan en muchas zonas del norte de Europa, son una de las principales causas para los altos índices de vertido que se observan en nuestro país.
En este sentido, “desde el sector cementero recibimos con satisfacción las modificaciones impulsadas por la nueva Ley de residuos, que permitirá la entrada en vigor, a escala nacional, de un impuesto sobre estos desechos que podrá alcanzar los 40 €/t, una cifra que esperamos ejerza el efecto disuasorio necesario para mitigar esta práctica tan perniciosa desde el punto de vista medioambiental”, añade Vallina.
En lo que se refiere a la valorización material, la industria cementera ha reutilizado casi 49 millones de toneladas de residuos desde 2004, primer año con datos en el observatorio. En su mayoría, las materias primas reutilizadas en el proceso de fabricación del cemento son cenizas volantes y escorias.
“En este ámbito me gustaría destacar los RCD –residuos de construcción y demolición-, uno de los mayores flujos de residuos de nuestro país con una generación estimada anual de 25 millones de toneladas, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), y que casi en su totalidad, acaban en vertederos”, indica Vallina.
Y así añade que en 2020 “el sector cementero español empleó 27.000 toneladas de RCD, y tenemos muy buenas perspectivas de empleo a futuro, para convertirnos en una herramienta complementaria para el mejor aprovechamiento de una tipología de residuos que supone aproximadamente el 30% del total de residuos de la Unión Europea”.
Por lo que respecta a la valorización energética, desde 2004 la industria cementera ha recuperado por esta vía 10,7 millones de toneladas de residuos, de las que casi un millón lo fueron en 2020, último año según los datos del observatorio.
En el período total analizado, esta práctica evitó la emisión a la atmósfera de 9,9 millones de toneladas de CO2, según indican. Y solo en 2020, supuso un ahorro de más de un millón de toneladas de CO2, el equivalente a las emisiones que produciría la electricidad consumida anualmente por 112 millones de smartphones, o por los hogares de 14 ciudades del tamaño de Toledo.
En la actualidad, la tasa de sustitución en la utilización de combustibles alternativos frente a los fósiles alcanza ya un 36%, una cifra más relevante si tenemos en cuenta que al inicio del Observatorio, en 2004, solo representaban un 2,4% del total.
“Ya hay varias fábricas de cemento en el centro y norte de Europa con porcentajes de sustitución de casi el 100%. Dejar de utilizar combustibles fósiles es imprescindible en nuestro camino hacia la descarbonización, pero somos optimistas en ese sentido; ya que, aunque nuestras cifras no sean las de nuestros vecinos del norte, la evolución a este respecto en las plantas españolas es positiva y todo apunta a que, el diferencial porcentual se irá diluyendo en los años venideros”, finaliza el director gerente de Fundación Cema.
El proyecto, denominado Balin, forma parte del programa Hazitek de la agencia vasca de desarrollo empresarial SPRI, del Gobierno vasco.
“Tenemos que ser exigentes y pedirle a la Administración que nos dé garantías. Y la garantía puede ser en forma de certificado de sostenibilidad, seguro trienal u otra que valide la propia Administración”, afirma el presidente de Cepco.
Una solución a este desafío es la climatización adiabática, que consiste en el proceso natural de enfriamiento mediante la evaporación del agua.
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