El consumo de cemento en España ha crecido un 13% en los primeros ocho meses del año, hasta alcanzar las 9.581.951 toneladas, 1.152.774 t más que en el mismo período de 2020, según los últimos datos publicados en la Estadística del Cemento. Si comparamos estas cifras con el mismo período de 2019, aún se registra un diferencial negativo del 2%, aunque los indicadores económicos manejados por Oficemen apuntan a que, al cierre del año, casi se habrán recuperado los niveles prepandemia.
La evolución de la tasa interanual en los últimos tres meses, unida a otros indicadores económicos como la obra pública o la edificación residencial apuntan a un resultado para el conjunto de 2021 más optimista que el vaticinado en enero, cuando el sector cementero preveía un ‘crecimiento cero’. En el escenario actual, desde Oficemen se estima que el año se cierre con un crecimiento respecto a 2020 en el entorno del 9%, lo que permitiría alcanzar un consumo de 14,6 millones de toneladas, un volumen cercano a los 14,72 millones registrados en 2019, último ejercicio no afectado por las restricciones de la pandemia.
Las previsiones para 2021 estarían alineadas con las actuales cifras de crecimiento acumulado en el año móvil (sep20-ago21), con una tasa positiva del 8,4%, que eleva el total de cemento consumido en nuestro país en los últimos 12 meses a 14,5 Mt. La tasa de crecimiento acumulado interanual, uno de los indicadores más fiables para evaluar la evolución en el medio plazo, salió de números rojos en abril y ha mantenido el crecimiento desde entonces. “Confiamos en que este impulso de los últimos meses nos lleve a ir consolidando poco a poco una nueva etapa y acercarnos a países de nuestro entorno, como Portugal o Alemania, donde el consumo de cemento per cápita sigue siendo mayor”, explicó este jueves, 30 de septiembre, el presidente de Oficemen, José Manuel Cascajero.
Para establecer sus previsiones, Oficemen parte de una situación actual en la que la obra pública vuelve a ser el principal destino del consumo de cemento, con una licitación al alza, especialmente en infraestructuras relacionadas con el agua y el medio ambiente, que se elevan un 190%, frente al 70% de incremento de media. Y para 2022, la industria cementera espera que esta última partida se incremente aún más, ya que empezará a apreciarse la incidencia en las inversiones de los fondos procedentes de Europa.
En esta misma línea, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia anunciado por el Gobierno de España incluye para los próximos tres años obras de mejora destinadas a los recursos hídricos, saneamiento, depuración de aguas o a la rehabilitación energética de edificios y obras de urbanización. “España presenta un importante déficit de inversión en infraestructuras para el medio ambiente, donde se destina un 45% menos de recursos que la media de nuestros vecinos europeos”, afirmó Cascajero. Para el presidente de Oficemen, “mantener nuestra competitividad como país exige acometer inversiones en infraestructuras más sostenibles que aporten dinamismo económico, valor añadido y cohesión territorial, en las que el cemento y el hormigón son claves”.
Por lo que respecta a la edificación, se estima un crecimiento del 18% en obra residencial para este año, lo que supondría alcanzar las 101.000 viviendas visadas. Se prevé que esta situación continúe en 2022 hasta alcanzar las 107.500 viviendas, con un crecimiento del 6,5%. “Si se cumplen estos indicadores económicos, en 2022 el consumo de cemento podría crecer en una horquilla de entre un 3 y un 5%, hasta alcanzar los 15 millones de toneladas, un volumen que cobra valor si tenemos en cuenta que se convertiría en el mejor registro de la última década”, indica el presidente de Oficemen.
Las exportaciones, al cierre de los últimos ocho meses del año, superan los 5 Mt, con un crecimiento acumulado del 25,4%. No obstante, la evolución negativa en julio y agosto ha ralentizado el ritmo de crecimiento, con una caída del 10,6% el pasado mes. “España ha sido tradicionalmente uno de los principales exportadores de cemento del mundo pero, en el actual contexto de pérdida de competitividad, motivado sobre todo por la escalada de los precios eléctricos y de emisiones, mantener el actual ritmo paulatino de crecimiento exige cada vez un esfuerzo mayor de nuestra industria”, indica Cascajero.
La industria cementera española está siendo una de las más afectadas por el incremento de los costes eléctricos, según un informe de Banco de España. En la actualidad, los costes energéticos suponen el 42% de sus costes variables de producción, que se han incrementado en 12 puntos desde el inicio de la escalada del precio eléctrico. A esto se une, además, el coste de los derechos de emisión de CO2, cuyo precio se ha duplicado en el último año, hasta alcanzar los 61,37 €/t actuales.
“Necesitamos un cambio estructural en el diseño del mercado eléctrico. Sistemas de compensación impositiva y exenciones como los aplicados en Francia o Alemania son una alternativa viable para frenar esta situación que sufre la industria española”, indicó Cascajero, que añadió que “la pérdida de competitividad de nuestro sector se agrava también por el crecimiento experimentado por las exportaciones desde países no sujetos a los compromisos de reducción de emisiones. En ese sentido, la implantación de un sistema de ajuste en frontera es ya imprescindible”.
Desde 2018, Turquía ha duplicado el volumen de sus exportaciones, la mayoría con destino a países del arco mediterráneo, mientras que Argelia exportó en 2020 3,6 millones de toneladas de cemento, frente a las 400.000 de 2018.
Neutralidad climática, economía circular, innovación, digitalización y nuevas tecnologías son los principales retos en el horizonte del sector cementero en la actualidad. En este sentido, el sector cementero presentó a finales de 2020 su hoja de ruta para alcanzar la neutralidad climática en 2050, un documento que ya está dando sus primeros frutos en forma de proyectos innovadores en fase de ejecución.
La respuesta al reto de la circularidad es otra de las grandes preocupaciones del sector, que gracias a la recuperación material y energética de residuos evita cada año que más de dos millones de toneladas de residuos acaben en vertederos. El porcentaje de sustitución de combustibles fósiles por residuos se sitúa ya en un 36%, aunque aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar a nuestros vecinos del norte, como Austria, Suecia o Alemania, donde se premian y fomentan este tipo de modelos circulares.
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