Profundizando en el “Informe de Eficiencia Energética Internacional 2018”, publicado cada dos años por el American Council for an Energy-Efficient Economy (ACEEE), según el cual España lideraba la eficiencia energética en el sector residencial, con un total de 22 puntos sobre 25, la Asociación pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales (Adeces) argumenta que esta conclusión es tan solo “una verdad a medias”. Asimismo, en el cómputo global (esfuerzo nacional, industria, edificios y transporte), España ocupa, según el estudio, el sexto lugar, con 65,5 puntos sobre 100, por detrás de Alemania, Italia (ambos con 75,5 puntos), Francia, Reino Unido y Japón.
En concreto, Adeces ha tratado de averiguar cuáles eran las métricas que se habían tenido en cuenta en la elaboración del informe y contrastado el resultado ofrecido con otros datos de ésta u otras fuentes. Así, desgranando la puntuación obtenida por España en la edificación residencial, Adeces afirma que “el estudio otorga tres puntos a todos los países que disponen de un Código de la Edificación Obligatorio (Alemania, Italia, Francia, Holanda, Reino Unido, Polonia y Sudáfrica), frente a otros en los que tiene carácter voluntario (0 puntos) o los que solo afectan a la mayor parte de la población (0,5 puntos)”.
En relación con el Código se examinaban seis requisitos técnicos: si se requiere aislamiento en paredes y techo para la envolvente (pero no pregunta por el coeficiente); el coeficiente de ganancia de calor U y factores U para ventanas y puertas; ciertos niveles de hermeticidad, verificados mediante pruebas; componentes o iluminación eficiente; sistemas eficientes de calefacción, ventilación y aire acondicionado y requisitos de diseño para estos sistemas; calentamiento eficiente del agua. Según el grado de cumplimiento de estos requisitos se obtenían hasta dos puntos, que fue lo que consiguieron los siete países europeos evaluados.
A estas métricas se añaden la existencia de normas y etiquetado sobre aparatos y equipos; aspectos en los que los países de la UE obtienen cuatro de cinco puntos y el máximo de dos puntos, respectivamente. Igualmente consiguen dos puntos en relación con las políticas de clasificación y difusión del etiquetado energético de los edificios. Asimismo, se puntúa si existen políticas de renovación de edificios, donde solo Francia consigue los cuatro puntos en juego, mientras que el resto de países de la UE obtienen tres.
“En conclusión -afirman desde Adeces-, se examina, en general, la existencia de determinadas herramientas, pero no su efectividad, o su exigencia, o su empleo, o difusión”.
Contraste con otros datos
Finalmente, en el informe se analiza la intensidad energética general de los edificios residenciales y comerciales en todos los países, indicador del rendimiento energético, “indicador que habla de la intensidad de las medidas adoptadas o de otros factores a considerar”, según Adeces.
Por lo que respecta a la intensidad energética del residencial, España obtiene 2,5 puntos de los tres que se podían alcanzar, igual que México, Turquía o Brasil; y medio punto por debajo de China; pero supera al resto de países de la UE entre uno y dos puntos. Sin embargo, en intensidad energética comercial, España se iguala en 2,5 puntos a Alemania, Holanda, Reino Unido e Italia.
En opinión de Adeces, resulta “evidente” que tener un Código Técnico de la Edificación para el residencial o el sector comercial no introduce ningún factor diferencial para España, pero sí para otros países que reducen en el sector servicios su intensidad energética considerablemente hasta obtener la misma puntuación que España. “Este dato confirma que España desperdicia la ventaja del clima (ver estudio aquí), porque sus normas térmicas eliminan el diferencial con otros países que el clima nos proporciona”.
Los autores también reconocen que en el resultado influye el clima, los niveles de ingresos y la inequidad energética. “En este sentido, desde 2011 a 2015 (años condicionados por la crisis), las reducciones de ingresos familiares y empleos actúan como factor determinante de “eficiencia energética”. De hecho, entre 2010 y 2014, el consumo y, por tanto, las emisiones residenciales caen un 13% por efecto de la crisis y no del Código, que está vigente en todo el período”, añaden.
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