Cada 28 de enero se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de Dióxido de Carbono (CO2), una fecha creada por las Naciones Unidas (ONU) para tomar conciencia sobre el cuidado del planeta. También llamado Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Terrestre, este día fue designado por la ONU como el día clave del año para tomar decisiones relacionadas con la concienciación y sensibilización a la población mundial sobre el cambio climático y los impactos ambientales que este ocasiona.
Además busca impulsar el desarrollo y aplicación de políticas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, tales como inversiones en desarrollo de fuentes de energía renovables, cambio a combustibles más limpios, mejoras en la eficiencia de los procesos de combustión y modificar las tendencias de consumo a través de la educación ambiental.
El cambio climático es un problema global que afecta a todo el planeta, la preocupación es de todos los países, y en este contexto cabe enmarcar la firma del Protocolo de Kioto, un convenio internacional que intenta limitar globalmente las emisiones de gases de efecto invernadero.
El aumento del contenido de dióxido de carbono que se está experimentando actualmente es el componente principal del cambio climático global, por lo que debemos de dejar de lanzar CO2 a la atmósfera, así como otros gases de efecto invernadero (metano, óxidos de nitrógeno, ozono, clorofluorocarbonos) o el calentamiento de la tierra será irreversible.
La Unión Europea (UE) se muestra como la institución más involucrada en la lucha contra el cambio climático. Recientemente, ha aumentado el objetivo climático de reducir las emisiones para 2030 de un 40% a un 55%, respecto a los niveles de 1990, con el fin de mantener el liderazgo en esta cuestión. La inversión necesaria para alcanzar estos objetivos en 2030 se estima en 38.000 millones de euros al año para el conjunto de la UE.
Desde la ONU se promueve que los países apuesten por las energías renovables para generar electricidad, por la movilidad eléctrica como alternativa a los combustibles altamente contaminantes, por el cuidado del agua, el aire y los suelos, la defensa de la biodiversidad, el consumo responsable o la reducción de residuos, entre otras.
La reducción de la huella de carbono es un problema que incumbe a todos. Empresas, instituciones y ciudadanos pueden, en la medida de sus posibilidades y responsabilidades, contribuir con las siguientes medidas:
• Apoyar la eficiencia energética y el uso de renovables. El derroche de energía, proveniente en su mayor parte de combustibles fósiles, provoca el descontrol de las emisiones de CO2. Para impedirlo, los sistemas de eficiencia energética consiguen producir lo mismo con un menor consumo. Por su parte, las energías renovables evitan también la emisión de CO2 y el gasto de combustibles fósiles.
• Desplazarse de forma sostenible. El transporte y su consumo de energía es otro de los grandes emisores de CO2. Utilizar transporte público, ir en bicicleta o a pie, siempre que sea posible, ayuda a disminuir dichas emisiones.
• Aplicar las tres erres del ecologismo: reducir el consumo hasta lo imprescindible; reutilizar para aprovechar al máximo la vida útil de los productos; y reciclar para aprovechar los materiales de los productos eliminados son también importantes contra el cambio climático.
• Compensar emisiones de CO2. El Protocolo de Kioto estableció diversos sistemas para reducir las emisiones de forma indirecta, como los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL).
• Conservar y mejorar los “sumideros de carbono”. Bosques y océanos retienen el CO2, de manera que su cuidado ayuda que parte de dicho GEI emitido no llegue a la atmósfera.
Pero hay una gran cantidad de gestos que podemos realizar todos los días y que colaboran de manera significativa a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Uno de ellos es depositar el vidrio usado en el contenedor verde, un acto que ahorra la emisión de 1 kilogramo de CO2 por cada ocho botellas que destinemos al reciclajeTampoco conviene olvidarse de las emisiones asociadas a la generación de energía eléctrica. Con una serie de sencillos consejos (revisar la potencia contratada o aislamientos térmicos) podremos reducir el consumo de electricidad en nuestro hogar, al tiempo que ajustamos la factura eléctrica y disminuimos nuestra huella de carbono.
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