La arquitectura juega un rol fundamental, no solo en la creación de espacios accesibles, sino también en el diseño de ambientes que promuevan la dignidad y el cuidado de todas las personas. Dentro de este contexto, surge el concepto del cambiador inclusivo, una innovación que está transformando cómo entendemos y diseñamos espacios públicos. Más allá de ser simplemente mejoras técnicas de los baños, estos nuevos espacios higiénicos representan un compromiso profundo con la dignidad humana.
En el diseño arquitectónico, los espacios accesibles son un tema recurrente, pero a veces es necesario desafiar nuestras percepciones para rediseñar nuestras creencias. Si ya existen cambiadores para bebés, ¿por qué no hay cambiadores diseñados para personas de edad avanzada que también usan pañales o para adolescentes con necesidades similares? Este tipo de cuestionamientos impulsa la innovación y revela lagunas en la accesibilidad actual. Los cambiadores inclusivos emergen precisamente de estos interrogantes, abordando una necesidad que, hasta hace poco, había sido significativamente desatendida.
A menudo, los baños accesibles estándar no cuentan con las herramientas necesarias para que personas con grandes o complejas necesidades de asistencia puedan utilizar un lavabo de manera digna y autónoma. Estos espacios son cruciales para personas con movilidad reducida, personas de avanzada edad, personas ostomizadas o aquellas que requieren apoyo en su higiene personal. Para estas personas, sus familias y los profesionales del cuidado, la falta de un entorno adecuado puede resultar en situaciones de vulnerabilidad y pérdida de privacidad, lo que pone en riesgo su dignidad.
Un espacio limpio y seguro, de aproximadamente 12 metros cuadrados, diseñado específicamente para facilitar la higiene personal de personas que requieren de hasta dos personas de asistencia. Un nuevo concepto de baño que cuenta con una serie de elementos esenciales que transforman la experiencia de cuidado: grúa de techo para movilizar a personas, cama de ducha regulable en altura, inodoro y lavabo ajustables en altura, ducha, mampara de privacidad, que, junto con otros componentes, garantizan un ambiente digno y seguro. Cada uno de estos elementos está pensado para eliminar barreras, no solo físicas, sensoriales o cognitivas, sino también emocionales y psicológicas, permitiendo que las personas tengan cubiertas sus necesidades en condiciones de respeto y dignidad.
La incorporación de estos elementos en el diseño arquitectónico no solo requiere una atención minuciosa a las normativas y estándares de accesibilidad, sino que también demanda un enfoque que vaya más allá de los requisitos básicos. La norma europea EN 17210:2021, por ejemplo, establece requisitos claros para garantizar la accesibilidad y funcionalidad de los entornos construidos. El concepto de cambiadores inclusivos es una de las incorporaciones destacadas como un nuevo tipo de baño que, junto con los modelos habituales de baños, debe existir. Una recomendación clave que nos abre a cuestionarnos el futuro de los servicios higiénicos. Esta normativa no solo estandariza las dimensiones y características de estos espacios, sino que también subraya la importancia de su implementación en grandes núcleos de transporte, hospitales, áreas de servicio, centros comerciales y de ocio, entre otros. La presencia de estas instalaciones en espacios públicos no es solo una cuestión de cumplimiento legal, sino una declaración de compromiso con el respeto a la diversidad humana.
Aquí es donde la intervención de profesionales y especialistas en diseño inclusivo se vuelve indispensable. La complejidad de incorporar todos estos elementos de manera efectiva y armoniosa requiere conocimientos específicos y una profunda comprensión de las necesidades de las personas usuarias. Contar con expertos en accesibilidad desde las primeras etapas del proyecto asegura que cada decisión de diseño esté orientada a crear espacios que no solo cumplan con las normativas, sino que también respondan a las necesidades reales de las personas que los utilizarán. Además, es crucial que las empresas fabricantes evolucionen hacia diseños menos ortopédicos, que ofrezcan calidez y confort sin comprometer la funcionalidad.
La incorporación de este nuevo concepto de baño en el diseño arquitectónico no solo mejora la accesibilidad, sino que también aporta beneficios significativos al diseño general de edificios y espacios públicos. Al integrar estos espacios desde la fase inicial del diseño, se optimiza el uso del espacio, se mejora la experiencia del usuario y se garantiza que todas las personas puedan participar plenamente en la vida pública. Además, es crucial actuar en los entornos ya construidos y aprovechar las reformas de los edificios existentes para introducir elementos diferenciadores. Este enfoque no solo beneficia a las personas directamente afectadas, sino que también enriquece el entorno construido, al hacerlo más acogedor y respetuoso.
Para ilustrar el impacto de los cambiadores inclusivos, basta con mirar ejemplos internacionales como el Reino Unido, donde se han instalado más de 2.500 changing places desde que el concepto fue incluido en la normativa en 2009. Estos espacios han sido implementados en una variedad de contextos, desde grandes aeropuertos hasta centros comerciales y espacios naturales, demostrando su versatilidad y su importancia en la creación de un entorno verdaderamente inclusivo para todas las personas. La experiencia del Reino Unido destaca cómo la integración de estos espacios puede transformar la vida de miles de personas, permitiéndoles participar en actividades cotidianas que muchos dan por sentadas.
Sin embargo, el concepto de cambiador inclusivo va más allá del concepto changing places, abordando otros aspectos de la accesibilidad como la accesibilidad emocional, un aspecto clave que a menudo se pasa por alto en el diseño de espacios. La accesibilidad emocional se refiere a la creación de entornos que no solo sean físicamente, sensorialmente o cognitivamente accesibles, sino que también respeten y apoyen la dignidad y el bienestar emocional de las personas. Elementos como la mampara de privacidad de un cambiador inclusivo so un ejemplo claro. Imagina la situación por un momento. Tú madre sentada en el inodoro y tú o su cuidadora enfrente esperando a que termine de defecar para limpiarle. Quizá ahora poner una mampara o un biombo en un baño tiene mayor sentido.
El espejo de cuerpo entero con cortina que hay en un cambiador inclusivo es otro ejemplo claro de atención a necesidades emocionales. Ofrecer a las personas el poder de decidir cómo enfrentarse a su propia imagen. Una persona con demencia, con Alzheimer, mastectomizada, con trastornos de alimentación o de conducta… ¿Qué impacto tiene en la salud mental y emocional de las personas poner una cortina o una mampara?
Imaginemos por un momento una situación que muchas personas han vivido: estar en un espacio público con un familiar (no bebé) que necesita un cambio de pañal. Sin un cambiador inclusivo, esta simple tarea puede convertirse en una experiencia humillante y estresante. La ausencia de un lugar adecuado obliga a soluciones improvisadas y poco dignas, como cambiar a una persona en el suelo de un baño o en un banco del parque, exponiéndola a la mirada de extraños y a la incomodidad de una situación que debería ser privada. Estas experiencias no solo afectan a la persona que necesita cuidado, sino también a sus cuidadoras, quienes se enfrentan a la falta de apoyo y a la incomprensión de un entorno que no está preparado para sus necesidades.
Estos nuevos conceptos de espacios higiénicos son, por tanto, una respuesta a una necesidad urgente de dignidad en el diseño de espacios públicos. Son una herramienta para combatir lo que se ha denominado "cuidadismo", un término que describe la discriminación y violencia hacia las personas que cuidan o son cuidadas. La existencia de cambiadores inclusivos es una declaración de que todas las personas merecen ser tratadas con respeto, ampliando el concepto de usuarias de espacios higiénicos.
En la práctica, la implementación requiere no solo un compromiso con las normativas, sino también una apertura a nuevas formas de pensar y diseñar. Los profesionales de la arquitectura y el diseño deben estar atentos a las soluciones innovadoras que están surgiendo en el campo de la inclusión y los cuidados, apoyándose en quienes pueden proporcionar el conocimiento y la experiencia necesaria para superar los desafíos y garantizar que las soluciones implementadas sean efectivas. El trabajo conjunto y multidisciplinar son claves para transformar los proyectos.
La arquitectura para el cuidado, ejemplificada en los cambiadores inclusivos, nos muestra el camino hacia un futuro en el que todos los espacios estén diseñados con la dignidad y el bienestar de todas las personas en mente. Es un recordatorio de que cada decisión de diseño tiene el potencial de cambiar vidas y de que la verdadera inclusión solo se logra cuando todas las personas, sin excepción, pueden participar plenamente en la sociedad. Al avanzar en esta dirección, estamos construyendo no solo edificios y espacios, sino una sociedad más justa.
Este artículo aparece publicado en el nº 596 de CIC, págs. 57 a 59.
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