El uso de calderas de biomasa de última tecnología para generar calefacción y agua caliente en diversos sectores, como el residencial o el comercial, y en todo tipo de industrias, ha ganado popularidad en los últimos años debido a su elevada eficiencia energética y a su condición de tecnología renovable.
Según los datos más recientes recopilados por el Observatorio de la Biomasa de Avebiom mediante entrevistas a 34 fabricantes y distribuidores de equipos de combustión de biomasa, en España funcionaban en 2023 aproximadamente 100.000 calderas y otros dispositivos que generan agua caliente para calefacción y ACS, con potencias de hasta 1 MW.
Esta alternativa sostenible a los combustibles fósiles puede proporcionar un ahorro significativo en costes operativos al usuario, sobre todo, cuando se lleva a cabo un mantenimiento regular y adecuado.
Es importante señalar que el mantenimiento de las calderas de biomasa debe realizarse de acuerdo con el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE), que indica mantenimiento preventivo mensual para calderas de más de 70 kW y anual para calderas de menor potencia.
Los técnicos de mantenimiento de calderas de biomasa suelen referirse a dos tipos de intervención: preventiva y correctiva.
Las acciones preventivas incluyen todas aquellas realizadas de manera regular para prevenir fallos y garantizar el buen funcionamiento de la caldera. Estas actividades deben llevarse a cabo según las recomendaciones del fabricante y pueden incluir limpieza, lubricación, inspección de componentes y ajustes necesarios.
Por su parte, el mantenimiento correctivo se refiere a las reparaciones y ajustes que es necesario realizar cuando se detectan problemas durante las inspecciones o cuando la caldera presenta fallos en su funcionamiento.
Las calderas con un mantenimiento deficiente pueden experimentar una reducción en sus prestaciones, generar emisiones superiores a las normales y un incremento en los costes de operación por averías imprevistas.
Un plan de mantenimiento preventivo bien planteado identificará y resolverá problemas menores antes de que se conviertan en averías costosas, asegurando así el funcionamiento eficiente de la instalación y la reducción de costes operativos a largo plazo por intervenciones correctivas.
Además, un mantenimiento adecuado garantiza la seguridad de los operadores y usuarios, así como de la propia instalación y del edificio en el que se encuentra.
La correcta regulación y la limpieza de los componentes son básicos para asegurar la eficiencia y prolongar la vida útil de los equipos, que puede llegar a unos 30 años. Las recomendaciones del fabricante y factores como el diseño de la instalación y la calidad del biocombustible también determinan la frecuencia y tipo de mantenimiento requerido.
Los componentes críticos a mantener y revisar dentro de una sala de calderas serían el sistema de alimentación de la biomasa a caldera, el quemador, el intercambiador de calor y los sistemas de control y seguridad.
El sistema de alimentación de biomasa debe revisarse de manera regular para comprobar que la biomasa entra en la cámara de combustión de la caldera sin interrupciones. Es esencial limpiar y verificar los tornillos sin fin, las cintas transportadoras y las tolvas para evitar atascos y asegurar un flujo constante del biocombustible.
El quemador también debe ser inspeccionado y limpiado con frecuencia para garantizar una combustión eficiente. La acumulación de cenizas y residuos puede afectar a su rendimiento, por lo que es muy importante retirar estos depósitos de manera periódica.
La limpieza del intercambiador de calor también es básica para que la eficiencia térmica de la caldera se mantenga. La acumulación de suciedad y residuos puede reducir la transferencia de calor y aumentar el consumo de biocombustible.
Muy importantes también son los sistemas electrónicos y mecánicos de control y seguridad, que han de vigilarse y calibrarse periódicamente para asegurar que funcionan de manera correcta. Esto incluye sensores, válvulas de seguridad y sistemas de control de temperatura y presión.
Entre las prácticas de mantenimiento más habituales, comenzamos con la limpieza regular de la caldera y los componentes citados anteriormente: retirar cenizas, residuos y cualquier acumulación que pueda afectar el rendimiento del sistema.
Realizar inspecciones periódicas ayuda a identificar posibles problemas antes de que se conviertan en fallos mayores. Las inspecciones deben incluir todos los componentes clave, desde el sistema de alimentación hasta los sistemas de control.
Los componentes móviles, como los tornillos sin fin y las cintas transportadoras, deben ser lubricados regularmente para evitar el desgaste y asegurar un funcionamiento suave.
Las piezas que muestran signos de desgaste deben ser reemplazadas de inmediato para evitar daños mayores y asegurar la eficiencia del sistema.
Por último, la persona encargada del mantenimiento debe recibir una capacitación adecuada sobre el funcionamiento y mantenimiento de la caldera de biomasa. Esto incluye familiarizarse con las recomendaciones del fabricante y seguir las mejores prácticas de mantenimiento.
Realizar un mantenimiento adecuado de la sala de calderas genera un impacto directo en la eficiencia energética. Una caldera bien mantenida consumirá menos biocombustible para entregar la misma cantidad de energía, lo que se traduce en un ahorro de costes operativos, que puede ser bastante significativo. Además, la eficiencia energética contribuye a reducir las emisiones de gases contaminantes, y esto añade un plus al alinear la instalación con los objetivos de sostenibilidad y protección del medio ambiente que hemos adquirido como sociedad.
En calderas que utilizan pellets, su adecuado almacenamiento es otro aspecto a cuidar por su influencia en el mantenimiento de los equipos donde se utilizan. La recién actualizada guía ENplus sobre este tema destaca la importancia de mantener los pellets secos y libres de contaminantes para asegurar una combustión eficiente. Si se acopian de manera inadecuada, los pellets podrían degradarse, aumentando la cantidad de cenizas y reduciendo la eficiencia de la caldera.
La certificación ENplus para pellets garantiza que estos cumplen con altos estándares de calidad. Características como humedad, durabilidad mecánica, densidad (kg/m3) o tamaño del pellet influyen en el funcionamiento y rendimiento de la caldera y en la cantidad de residuos generados durante la combustión y, por lo tanto, en la frecuencia de mantenimiento requerida.
El uso de sistemas avanzados de telegestión y monitoreo remoto es un enorme avance para optimizar las labores de mantenimiento en instalaciones de biomasa. Estos sistemas facilitan la detección temprana de anomalías y una respuesta proactiva ante incidencias, a menudo antes de que el usuario sea consciente de ellas, previniendo interrupciones en el funcionamiento y en el suministro de energía.
La supervisión constante de parámetros críticos de funcionamiento, como la combustión, el rendimiento, el nivel del silo y el consumo de energía, permite optimizar el rendimiento energético y garantizar la eficiencia y seguridad de las instalaciones.
El mantenimiento de las calderas de biomasa y los equipos auxiliares es una tarea relevante que no debe ser subestimada. A través de prácticas de mantenimiento preventivo, y correctivo cuando sea necesario, aseguraremos que nuestra instalación opere con la mayor eficiencia y seguridad posibles, prolongaremos su vida útil y maximizaremos los beneficios económicos y ambientales tanto para el usuario como para la sociedad.
Seguir las recomendaciones del fabricante, realizar inspecciones y limpiezas periódicas y capacitar adecuadamente al personal encargado del mantenimiento es la garantía de que las calderas de biomasa sean una alternativa viable y sostenible a los combustibles fósiles en distintos sectores.
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