La consecución de los objetivos medioambientales europeos insta a una economía sostenible con baja huella de carbono y la arquitectura debe asumir este reto, ya que los edificios son los responsables del 40% del consumo energético y de las emisiones de gases de efecto invernadero. El desarrollo de nuevas tecnologías de fachada aspira a contribuir en la consecución de dichos objetivos, sin que ello impida proporcionar espacios interiores confortables.